El Clube do Remo acaba de ascender a la Serie A del fútbol brasileño, la máxima categoría de ese país. Los treinta años de agonía del club del norte de Brasil se terminaron y el público explotó: decenas de personas ingresaron al campo y extendieron un mosaico con la figura de Nuestra señora de Nazaret, también conocida como «la Reina de la Amazonia».
«Cuando el pitido final confirmó el ascenso, el estadio se convirtió en un lugar de redención, celebración, lágrimas y liberación. Remo está de vuelta en la Serie A. Y todo Belém vuelve a soñar», escribió el medio amazónico DOL.
La imagen recorrió el mundo. La Reina de la Amazonia es la patrona del Norte de Brasil. Es la protagonista del Círio de Nazaré, una de las procesiones religiosas más populares del mundo.
La figura de Nuestra señora de Nazaré está en templos, embarcaciones, casas y celebraciones en la Amazonia brasileña. Según la tradición, todo empezó a fines del siglo XVII en la región donde hoy se levanta la ciudad de Belém, en el estado de Pará. Allí vivía un mestizo llamado Plácido José de Souza, un pescador y agricultor que un día encontró una pequeña imagen de la Virgen María a orillas de un arroyo.
La figura, de apenas 28 centímetros, estaba desgastada por el tiempo, pero sus rasgos eran inconfundibles: representaba a la Virgen de Nazaret, una advocación de fuerte presencia en Portugal desde la Edad Media.
Plácido la llevó a su casa, la limpió, la acomodó en un pequeño altar y le encendió una vela. Pero, al día siguiente, la imagen ya no estaba. Sorprendido, la volvió a encontrar en el mismo lugar donde la había hallado originalmente. Después de varios episodios similares, la comunidad interpretó el hecho como una señal: la Virgen quería permanecer allí entre su gente.
A partir de entonces comenzó a difundirse la devoción. Se levantó una pequeña ermita de barro y paja, que con los años dio paso a un templo mayor, hasta llegar a la imponente Basílica de Nazaré, inaugurada a principios del siglo XX, que hoy es epicentro de peregrinaciones y celebraciones multitudinarias.
Un ícono cultural
La Virgen adquirió un sentido particular: protectora de los ríos, de la selva, de los pescadores, de los trabajadores del agua y de quienes atraviesan desafíos cotidianos marcados por la naturaleza y la desigualdad. Por eso muchos creyentes la llaman “la Reina de la Amazonia” o “la madre que nunca abandona”.
Su devoción alcanzó su punto álgido en el ya mencionado Círio de Nazaré, la gran procesión que cada segundo domingo de octubre reúne a millones de personas en Belém. Declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, esta peregrinación impacta incluso a quienes no profesan la fe católica.
Una de sus imágenes más representativas es la de la corda: una enorme cuerda que millones de promeseros tiran con las manos en señal de gratitud o pedido. Algunos caminan descalzos, otros cargan pequeños barcos o réplicas de la Virgen.
La ciudad entera se transforma en un espacio sagrado: hay velorios de velas, procesiones fluviales, misas al aire libre y festejos comunitarios que duran casi dos semanas.
La imagen original, expuesta en la basílica bajo estrictas medidas de seguridad, todavía es la misma que Plácido encontró hace más de 300 años.

