El Totus Tuss de Juan Pablo II marcó sus veintisiete años en la sede de Pedro, y el proceso de beatificación, primero, y canonización, después, destacó sobre todo la intensa devoción de Karol Wojtyla a la Madre de Dios desde muy pequeño. Sus visitas a Fátima y Lourdes son sólo un testimonio más de ese afecto.