El 6 de junio de 2019, Francisco nombró a Antoine Hérouard, obispo auxiliar de Lille, como administrador apostólico del santuario de Nuestra Señora de Lourdes. El 5 de septiembre, monseñor Hérouard declaró a La Croix que, según le había transmitido el Papa, su deseo era convertir el lugar en un “santuario nacional” en el plazo de dos años.
Jacques Perrier, obispo emérito de dicha diócesis, que rigió entre 1998 y 2012, expresó su parecer contrario en una carta que remitió al Papa y éste le respondió, agradeciéndole haber manifestado su postura, el 6 de diciembre. Monseñor Perrier ha querido explicar su posición en un artículo también en La Croix.
Por un lado, recuerda que en 1968, el que denomina “gran obispo de Lourdes en el siglo XX”, Pierre Marie Théas (lo fue entre 1947 y 1970), definió Lourdes como “un santuario en Francia y no un santuario francés”. Francia ya tiene un santuario “nacional” de la Promesa, la basílica del Sacré-Coeur en Montmartre, aunque de facto todos los franceses otorgarían esa condición a la catedral de Notre Dame de París. En su respuesta a monseñor Perrier, el mismo Francisco reconoce que Lourdes “verdaderamente pertenece a la Iglesia Mundial”.
Porque, dice monseñor Perrier, “cada santuario tiene su gracia y su misión”, y “la dimensión internacional es connatural al de Lourdes”. Por allí pasaron, en el jubileo de 2008, nueve millones de personas, “y nadie pensará que eran nueve millones de galos”, ironiza el obispo emérito de Tarbes. Además, cada año acuden a Lourdes quinientos obispos, en buena medida porque ya desde el siglo XIX se instaló la costumbre de que los obispos de países lejanos, cuando acudían a la visita ad limina en Roma, pasaran por Lourdes. Y la mitad de los actuales capellanes del santuario no son franceses. De hecho, precisa, hay cinco lenguas “casi oficiales” en el santuario además del francés: italiano, español, inglés, alemán y flamenco. La revista Lourdes Magazine se publica en esos seis idiomas.
“¿Dónde tiene lugar cada año la peregrinación militar internacional, con guardias suizos encabezando la procesión? En Lourdes. Tras los dos primeros congresos mariológicos internacionales que tuvieron lugar en Roma, ¿dónde tuvo lugar el tercero? En Lourdes. Tras la primera jornada mundial del enfermo celebrada en Roma, ¿dónde se celebró la segunda? En Lourdes. Y en ningún lugar, ni siquiera en Roma, han tenido lugar tres congresos eucarísticos internacionales”, argumenta el obispo.
Ese carácter internacional, añade, proviene también del vínculo especial entre Lourdes y Roma a través del dogma de la Inmaculada Concepción de María, proclamado en 1854. Como le escribió Bernadette al Beato Papa Pío IX en 1876: “Su Santidad la proclamó Inmaculada y, cuatro años después, esta buena Madre vino a la tierra a decir: ‘Yo soy la Inmaculada Concepción’. Se diría que ella vino a confirmar las palabras de nuestro Santo Padre”.
Litúrgicamente, Roma instituyó la festividad de Nuestra Señora de Lourdes el 11 de febrero con rango de fiesta doble mayor: “Quienes saben del asunto”, dice el obispo, “saben lo que eso significa. Nunca se había hecho para ningún santuario, ni siquiera Nuestra Señora de Loreto”.
La internacionalización de Lourdes recibió un impulso fundamental gracias al gran número de misioneros franceses en la segunda mitad del siglo XIX: “Solían peregrinar a Lourdes antes de partir, sabiendo que para muchos de ellos jamás sería posible volver. Aquellos hombres y mujeres de gran fe llevaban consigo la devoción a Nuestra Señora. Allí donde llegaban, construían una gruta y pedían que se les enviase una imagen”.
Monseñor Perrier utiliza un último argumento. Desde 2017, los grandes santuarios están adscritos en Roma al Consejo para la Nueva Evangelización, por un texto firmado, “como por azar”, un 11 de febrero. El “obispo de la Gruta”, si quiere resultar creíble, debe ser alguien “sobre el terreno”, superando la tendencia de los santuarios a ser una especie de islas, y por eso cree que no debe desgajarse de la diócesis.
Por eso el obispo emérito de Tarbes y Lourdes pide que en estos dos años se busque una fórmula acorde a la “originalidad” de Lourdes que no sea la que él debería “excluirse”: la del “santuario nacional”.