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Nuestra Señora del Carmen: las cuatro grandes preguntas sobre su devoción y la oración de San Simón Stock

Procesión marinera de la Virgen del Carmen en Roccalumera (Mesina, Sicilia).

Procesión marinera de la Virgen del Carmen en Roccalumera (Mesina, Sicilia).

La Iglesia celebra el 16 de julio la festividad de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, una de las advocaciones de mayor arraigo popular en los países católicos.

Hay cuatro preguntas básicas que responder respecto a Nuestra Señora del Carmen: el origen de su nombre, la especial vinculación con las gentes del mar, las promesas del escapulario y la existencia de una orden consagrada a ella.

¿Por qué Carmen y Carmelo?

El monte Carmelo, de algo más de 500 metros de altura, está situado cerca del mar Mediterráneo dominando lo que hoy es la ciudad israelí de Haifa. Pero además es un lugar de gran importancia en las Escrituras y uno de los principales en los que Dios se manifiesta, y donde numerosos profetas dieron culto a Dios, entre los que destacaron Elías y Eliseo. También allí se retiraban en sus cuevas personas para vivir una vida eremítica.

Esta forma de vida fue continuada en los primeros siglos del cristianismo por hombres cristianos que tenían como modelo a Jesucristo y que de alguna forma tuvieron al mismo Elías como patrón.

Fue ya a mediados del siglo XI cuando devotos y defensores de Tierra Santa procedentes de Europa se instalaron en el monte Carmelo y escogieron como patrona a la Virgen María, donde construyeron la primera iglesia bajo el título de Santa María del Monte Carmelo.

Fue desde allí desde donde empezaría a expandirse la advocación de la Virgen del Carmen, una de las más universales.

¿Por qué el vínculo marinero?

El término latino Stella Maris (Estrella del mar) es uno de los más antiguos títulos con el que los cristianos han invocado a la Virgen María y se refiere a la veneración mariana que se estableció sobre este monte. El culto de Elías fue asociado enseguida por los carmelitas al de María.

La tradición relaciona a María con la nube blanca divisada desde la cumbre del Carmelo cuando el profeta Elías suplicaba a Dios que pusiese fin a una larga sequía. En esa nubecilla se reconoció la figura de la Virgen. Porque María por ser la Madre de Dios, es como la nube que da al Salvador, la Luz que nos guía en el mar de nuestra existencia. María se convierte así en la Stella maris: al igual que los antiguos marineros leían la posición de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano, así la Virgen como estrella del mar guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.

Esta especial relación convirtió a la Virgen del Carmen en protectora especial de quienes viven un continuo riesgo real en un mar que no es metafórico, y donde las tempestades terroríficas tampoco lo son.

¿Qué es el escapulario del Carmen?

En sí mismo, es una forma reducida del hábito religioso de la Orden de Hermanos de la bienaventurada Virgen del Monte Carmelo, y por tanto un signo de la relación especial, filial y confiada, entre la Madre de Dios y quienes se confían a ella con total entrega y recurren con toda confianza a su intercesión. Por eso se impone con un rito particular, preferentemente de manos de un monje carmelita.

Su finalidad es, sobre todo, recordar a quien lo lleva la primacía de la vida espiritual y la necesidad de la oración. No es, por tanto, un amuleto supersticioso, sino que hace consciente a quien lo porta de la necesidad de acompasar su vida a los deseos de la Virgen, esto es, la sumisión a la ley de Dios y el amor a Cristo y al prójimo.

La promesa que hizo la Virgen a San Simón Stock el 16 de julio de 1256 es que quien lo lleve en la hora de la muerte, con las disposiciones de alma citadas, «no padecerá el fuego del infierno«.

¿Qué orden está consagrada a la Virgen del Carmen?

La orden carmelita tiene como nombre oficial el de Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo. A mediados del siglo XII, cuando San Bertoldo fundó la ermita de la Orden del Carmelo y varios sacerdotes latinos vivieron en el Carmelo como eremitas.

En 1205, el patriarca de Jerusalén dio a los eremitas del Carmelo una regla de vida con el ideal del Carmelo: trabajo, meditación de las Sagradas Escrituras, vida contemplativa.  Los Carmelitas tenían como ideal vivir en la forma de Elías y de la Virgen Santísima a la que tenían gran veneración bajo el título de la Virgen del Carmen. Sin embargo, por la invasión de los sarracenos, los carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Los que permanecieron fueron masacrados.

Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar.  Muchos cruzados que regresaban a su patria también conocieron y llevaron con ellos la devoción a la Virgen del Carmelo.

En 1241 el Barón de Grey de Inglaterra regresó de las Cruzadas en Palestina trayendo consigo un grupo de religiosos del Monte Carmelo a los que les obsequió una mansión en Aylesford. Diez años más tarde ocurrió allí la aparición de Nuestra Señora a Simón Stock, dándole el Escapulario Carmelita que siempre llevan. Los Carmelitas buscaron propagar su espiritualidad por el continente. En el siglo XIII, Inocencio IV concedió a los Carmelitas el privilegio de ser incluidos entre las Órdenes mendicantes (junto con los Franciscanos y Dominicos).

Grandes santos reformadores de la orden carmelita han sido Santa Teresa de la Cruz y San Juan de la Cruz, y grandes monjas de la orden de los últimos cien años han sido Santa Teresita del Niño Jesús, Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) y Santa Maravillas de Jesús.

Oración de San Simón Stock a la Virgen del Carmen

¡Oh Bellísima Flor del Carmelo,
Fructífera Viña,
Resplandor del Cielo,
Madre singular del Hijo de Dios,
Virgen siempre Pura!

Madre Santísima,
después de habernos traído el Hijo de Dios,
permaneciste intacta y sin mancha ninguna.

¡Oh Bienaventurada Siempre Virgen,
asísteme en esta necesidad!

¡Oh Estrella del Mar,
auxíliame y protégeme!

¡Oh María, sin pecado concebida,
ruega por nosotros que recurrimos a ti!

¡Madre y Ornamento del Carmelo,
ruega por nosotros!

¡Virgen, Flor del Carmelo,
ruega por nosotros!

¡Patrona de los que visten el Santo Escapulario,
ruega por nosotros!

¡San José, fiel amigo del Sagrado Corazón,
ruega por nosotros!

¡San José, castísimo esposo de María Santísima,
ruega por nosotros!

¡San José, nuestro gran protector,
ruega por nosotros!

¡Dulce Corazón de María
sé la Salvación del alma mía!

Amén.

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