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«María, esposa de José», un bello recorrido de su santa unión a través de «Los desposorios de la Virgen» de Rafael

La pintura de Rafael recrea los desposorios de la Virgen María y San José

El próximo 8 de diciembre concluye el Año de San José que convocó el Papa Francisco con el objetivo de conmemorar los 150 años de la declaración de este gran santo como patrono de la Iglesia Universal. Y no es casualidad que sea en la fiesta de la Inmaculada cuando se clausure este jubileo, pues sobre todo San José fue el fiel esposo de María, y el cuidadoso padre de Jesús.

Nada se entendería sin el matrimonio con la Virgen. La fe, la fidelidad, la castidad y la humildad de este hombre que voluntariamente decidió quedarse en un segundo plano ante la grandiosidad de lo que se le reveló no se entenderían sin su relación esponsal con María.

Precisamente, sobre “María, esposa de José” habla de manera bella y original María del Camino Viana en el libro María, una obra maestra, que acaba de publicar la editorial Nueva Eva.

Este es sólo uno de los capítulos en los que la autora profundiza “en la fascinante historia de María por una vía privilegiada: la de la belleza”. María del Camino Viana, historiadora del Arte, explica que precisamente “a través del arte podemos ‘tocar’ a María, acariciar su misterio, participar de su dulzura, beber de su esperanza confiada”.

En su opinión, “María es la antítesis de todo lo que hoy es menospreciado: es virgen y es madre. Su felicidad pasa por el vaciamiento de sí misma para estar llena de Dios. Ella es la mujer plena, mujer fuerte, mujer empoderada en el sentido más auténtico de la palabra, porque su poder reside en la humildad. Urge recuperar su figura, en primer lugar para que la mujer del siglo XXI descubra el verdadero regalo de su vocación y recupere la feminidad creciendo de mano de la Virgen, pero también para que los hombres encuentren en ella a una madre, una hermana, una esposa…”.

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Para hablar de María como esposa de José, la autora de este libro analiza la pintura del gran Rafael, realizada en 1504 y actualmente en la Pinacoteca de Brera (Milán) y que lleva por título “Los desposorios de la Virgen”.

El cuadro representa el momento del compromiso formal entre San José y la Virgen María. En la parte inferior aparecen los protagonistas de la escena rodeados por personajes secundarios. Y en la parte superior se ve un templo poligonal con una cúpula.

María porta una túnica roja y un manto azul que simboliza la gracia celestial de la que está revestida. María del Camino Viana destaca que la mano izquierda de la Virgen “sostiene la túnica a la altura de su vientre, como anticipo de lo que sucederá en su anunciación”. Entre los futuros esposos se encuentra el sumo sacerdote.

Un detalle que señala la autora es el píe de José, el único descalzo, que “nos habla de su reconocimiento de la dignidad de María, futuro receptáculo de la presencia divina: ‘no te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada” (Éxodo 3, 5).

Esta historiadora del arte explica que “la ceremonia de desposorio era el primer paso esencial para la formalización de un matrimonio en tiempos de la Virgen. Ese es el instante que inmortaliza nuestro cuadro”.

Sin embargo, Del Camino Viana afirma que en el caso de José y María el proceso fue diferente. Citando varios apócrifos (Pseudo Mateo, De Nativitate y la Historia de José el Carpintero) María habría sido consagrada en el servicio del templo, tenía entre 12 y 14 años, y el sumo sacerdote dispuso que tomase un esposo entre los descendientes de David.

El elegido habría presentado una prueba sobrenatural de que él era el hombre adecuado para María. “De entre las varas secas de los pretendientes de la Virgen sólo la de José habría florecido a la par que una paloma revoloteaba, según la leyenda, sobre su cabeza. Podemos ver en la obra que el bastón que sujeta José, en una analogía de la cruz que lleva todo cristiano, tiene unas pequeñas y delicadas flores en la parte superior. Es el signo de fecundidad espiritual del casto José: ‘florece el justo como la palmera’”, cuenta la autora de este libro.

Po otro lado, tres de los pretendientes que aparecen tras José tienen su vara seca, “imagen de aquellos que se aferran a sus planes estériles sin abrirse a la creatividad de Dios”. Otro intenta doblar la vara para partirla e incluso en primer plano otro más la rompe contra su rodilla.

La composición, los espacios y la profundidad tienen también gran importancia en esta obra de Rafael Sanzio, especialmente en el aspecto simbólico. La historiadora del arte comenta que el punto de fuga se sitúa en la puerta de la arquitectura que se representa en la parte superior, concretamente en el vano que hay en el centro.

“Con esta maniobra –especifica María del Camino- Rafael nos hace dirigir la mirada desde los desposorios hasta el paisaje que se adivina tras la puerta del templo, una suave colina azul y una gran porción de cielo. El matrimonio, que ha sido constituido por Dios como la vía de santificación para la mayoría de personas, está representado en esta puerta hacia el cielo. Sólo se logra atravesar esa puerta con la gracia que Dios derrama sobre los esposos”.

Siguiendo con la explicación, la autora añade que “el frontón triangular remite a la Trinidad, y la bóveda que cubre el espacio sobre la puerta rectangular, al cielo. Y es que en esta puertecita solo hay lugar para uno: un matrimonio cristiano que, venciendo la tendencia individual al egoísmo, se transforma en una sola carne, conforme al designio primero de Dios, y conoce el cielo ya en la tierra, lo testimonia a su descendencia y a quienes lo rodean, para conquistarlo a su muerte. El matrimonio cristiano revela que el fin último del hombre no es la autodeterminación o la obtención de un placer personal, sino la comunión del amor con otro”.

De este modo, con el símbolo de la puerta es como se evidencia la finalidad del matrimonio entre José y María. “La representación sirve al espectador para redescubrir la dimensión escatológica del matrimonio como antesala del cielo y reflejo de lo eterno”, agrega la autora.

Por último, esta explicación de los desposorios ayuda a entender que –según esta experta- “María y José enseñan a entrar en la dinámica de la donación, fuente de alegría, de fecundidad y de luz para el mundo. El secreto para que no falte esta dicha que viene de saberse en la voluntad del Padre es el que María muestra en el primer milagro de Cristo, que sucede en las bodas de Caná: ‘Haced lo que él os diga’”.

En María, una obra maestra se explica, a través de distintas obras de arte, los siguientes aspectos de la Virgen:

-María, el comienzo de una historia.

-María, esposa de José.

-María, una noticia que cambió el mundo.

-María, dispuesta al servicio.

-María, mujer eucarística.

-María, madre de familia.

-María, mujer de oración.

-María, madre en el dolor.

-María, puerta del cielo.

-María, elevada a la gloria.

-María, mujer inmaculada.

-María, trono de la sabiduría.

-María, madre de todos los pueblos.

-María, consuelo de los afligidos.

-María, madre de Dios y madre nuestra.

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