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La Virgen Negra suiza de Ensiedeln, una devoción que tiene su origen en el asesinato de un monje

El 21 de enero del año 861, dos ladrones asesinaron brutalmente a un anciano monje benedictino que había vivido dos décadas como eremita en la Selva Negra suiza. El monje, Meinrado (o Meginrado), había ofrecido a los ladrones comida y refugio, a pesar de tener la premonición de que intentarían matarle.

Cuna de santos monjes
El pequeño eremitorio de San Meinrado -ahora venerado como "mártir de la hospitalidad"- se convirtió en un lugar de peregrinación y en hogar para otros eremitas, incluido San Benno de Metz. Se construyó allí una abadía benedictina en 934 bajo la autoridad de su primer abado, el Venerable Eberhard.


Imagen de San Meinrado en la abadía, representando la hospitalidad en los objetos que sostiene en la mano.

A lo largo de los siglos, esta importante e histórica abadía -la abadía de Santa María de Einsiedeln- disfrutó de numerosos privilegios y ha sido cuna de varios santos, entre ellos el obispo San Wolfgang de Ratisbona (Regensburg), los abades San Thietland, San Gregorio y San Adalgott y monjes como los Venerables Kuno y Ulrich o San Alarico. Más recientemente, otro de los monjes de Einsiedeln, el Venerable Meinrado Eugster (1848-1925) está en proceso de beatificación.

Ennegrecida por el humo de las velas
La palabra alemana einsiedeln significa eremitorio y se refiere a la morada original de San Meinrado. Una antigua tradición afirma que una imagen de la Madre de Dios que había en el eremitorio del santo se convirtió en foco de oraciones y peregrinaciones y pasó durante generaciones de monjes a monjes. Desgraciadamente la imagen original se perdió (quizá en uno de los incendios que arrasaron la abadía a lo largo de los años). La imagen de la Virgen y el Niño que hoy se venera en la abadía de Einsiedeln fue tallada por un artista desconocido a mediados del siglo XV y se conserva en una capilla bellamente adornada en mármol construida sobre la ubicación original del eremitorio de San Meinrado, junto a las reliquias del santo.

Dicha estatua, ennegrecida por siglos de humo de las candelas y del incienso y conocida como Nuestra Seora de Ensiedeln, es venerada por monjes benedictinos de Europa y las dos Américas, y celebra su fiesta el 16 de julio, cuando se celebra también el título de Nuestra Señora del Carmen o del Monte Carmelo. Y si en ésta los cristianos veneran a la protección maternal de María simbolizada en el escapulario de tela marrón, en la Virgen suiza se venera sobre todo el espíritu contemplativo de María, según explica Silas Henderson en Aleteia.

Otro gran día en el santuario de Einsiedeln es el 14 de septimbre, en el que se conmemora la llamada "tradición angélica" de la abadía. En la noche del 13 al 14 de septiembre del año 948, el mismo Jesucristo bajó del cielo hasta la capilla de San Meinrado para dedicar a María, su madre, el trono de gracia que allí tiene, de modo que se convirtiese en lugar privilegiado para el perdón de los pecados.

La abadía de Ensiedeln es el tercer santuario mariano más popular de Europa (tras Lourdes y Fátima), y atrae cada año a más de doscientos mil peregrinos hasta una localidad de doce mil habitantes en el cantón de Schwyz, a menos de una hora de Zúrich. El edificio actual de la iglesia, que sustituyó al templo gótico anterior, derribado, se empezó a construir en 1704 y se concluyó en 1735, y medio siglo después se hizo la plaza que completa hoy la imagen característica que contemplan los visitantes, y donde en Navidad se instala un magnífico mercadillo. En 1770 se terminó de edificar el monasterio.


Actualmente hay en el monasterio unos setenta monjes de todas las edades.

En manos (aparentemente) de la Revolución anticristiana
La Virgen Negra de Einsiedeln padeció aún un ataque más. Fue en 1798, cuando las tropas francesas de la Revolución invadieron gran parte de Suiza y saquearon el monasterio, incluido el camarín de Nuestra Señora. Creyeron incluso haberse hecho con la imagen tan venerada durante siglos, pero se trataba de una copia que habían hecho los monjes en cuanto previeron la profanación. La imagen original fue enterrada en el monte Mythen y luego trasladada al priorato de Voralberg, donde se habían escondido los benedictinos. El encargado del traslado fue Plácido Kahlin, capataz del monasterio, quien la cargó en una caja a sus espaldas.

Cuando la Virgen Negra pudo volver a la capilla, los monjes encargaron al pintor Juan Adán Fütscher que la limpiase y, quitándole el hollín, le devolviese su color primitivo. Pero el resultado causó tanta desazón a sus devotos, acostumbrados a rezarle toda la vida con esa suciedad sagrada, que decidieron devolverle el color negro, que ha mantenido hasta hoy.

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