Las raíces de este vocablo con tres acepciones: topónimo (por el nombre de un lugar), hagiónimo (por ser la advocación de una imagen religiosa) y antropónimo (por ser el nombre de personas) prevalecen en Castilblanco y allá donde vive alguna de las veinte mujeres que según los datos del Instituto Nacional de Estadística tienen este nombre en todo el mundo.
En las últimas fiestas de la «venida» de la Virgen a Castilblanco la hermandad se propuso reunir a todas las «escardieles».
La cita tuvo lugar en 2012 con un sinfín de anécdotas y, aunque las «Escardiel», o en su versión corta «Esca», llevan su nombre ligado indisolublemente a la tierra que da cobijo a esta advocación, la peripecia de estas mujeres está llena de confusiones de quienes se preguntan si es un nombre de hombre o de mujer, si se trata de un apellido o si es un nombre extranjero, de origen vasco o ligado al euskera.
La primera bautizada así en la historia reciente es María Escardiel Falcón, y lleva a gala, además, el hecho de ser «escardielera», que es como se dice a las personas devotas de la Virgen, al igual que sus padres, que tuvieron que batallar con la Iglesia en los años sesenta para dar este nombre a su hija ante la negativa del párroco, que sólo aceptó «María».
La última bautizada con este nombre cumple este verano tres años, Rita Escardiel González, y se meció en la cuna de una familia devota, ya que su abuelo, Juan José González «Cascarilla», fue durante años hermano mayor de la hermandad. En una romería bautizaron a otra de las escardieles, Escardiel Gallardo, aunque hace años reside en Andorra.
La profesora e investigadora de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, Escardiel González, también ha llevado con sus lecciones por Hispanoamérica este nombre a lugares dispares.
Antiguamente era nombre masculino
Hasta el siglo XVII el nombre de Escardiel se mantuvo para el género masculino, y existía «Escardiela» como nombre de mujer. Con la conquista de América, algunos pobladores llevaron el nombre al nuevo mundo.
Lo atestigua el barco votivo de plata que la familia de Luis de Peraza dona a la Virgen «por llegar sus hijos bien a las Indias», según cita un inventario de los bienes de la cofradía en 1656.
Este exvoto lo portaba la Virgen de Castilblanco en su mano al estilo de Consolación de Utrera, aunque desapareció cuando las tropas de Napoleón arrasaron la ermita en el siglo XIX durante la Guerra de la Independencia.
El profesor Balbino Macías explica que después de la reconquista el afán adoctrinador de la Iglesia y la devoción del rey Fernando III motivaron la aparición de la Virgen.
El nombre aparece por vez primera en 1344 en el Libro de la Montería del rey Alfonso XI como «Fazcardiel», compuesto por los términos «Fahs» (del árabe campo o terrano), «Card» (del latín carduum, cardo o planta silvestre de hojas espinosas y flor amarilla que aparece en tiempo de la siega), y «Ellum» (diminutivo latino que en contacto con los mozárabes que habitaban la zona evolucionó en «iel», como sugieren otros topónimos como Odiel). De esta forma, «Escardiel» alude al terreno donde abundan los cardos o cardillos.