Con motivo de los 70 años de la Guerra de Corea, que comenzó el 25 de junio de 1950, en una misa solemne, el cardenal Andrew Yeom Soo-jung, arzobispo de Seúl (Corea del Sur), que tiene además el título especial de «administrador apostólico de Corea del Norte«, dedicó a la Virgen de Fátima la diócesis de Pyongyang este 25 de junio.
El obispo es administrador de Corea del Norte, pero este es un territorio al que no puede entrar y cuyos católicos -si de verdad aún viven- no puede contactar.
Corea del Norte es una dictadura comunista cerrada y aislacionista, de absoluta opacidad, una especie de gran prisión con 25 millones de habitantes. En 1945, antes de la Guerra de Corea, vivían allí unos 50.000 católicos. Después se instauró el régimen de ideología juche (nacionalismo aislacionista comunista). Según los refugiados que logran huir de allí, ninguna religión está permitida: sólo el culto al líder, al Estado.
Los obispos de Corea del Sur -un país donde la Iglesia católica y el cristianismo crecen sin cesar- consideran que quizá queden unos 10.000 católicos en el país, clandestinos, sin organización ni clero ni contacto con el extranjero. Se dice que algunos se reúnen fingiendo que cuentan habichuelas y así rezan el rosario.
Una parroquia «de teatrillo»
A veces, a los diplomáticos u ONGs extranjeras las autoridades norcoreanas les llevan a ver la única «parroquia» del país, con -dice el régimen- unos doscientos miembros de una «asociación católica», que se reúnen a rezar, sin sacerdote ni Eucaristía ni confesiones. Es una especie de teatrillo que enseñan a los extranjeros, dicen los visitantes. Al consagrar Pyongyang a la Virgen de Fátima, el cardenal no le encomienda sólo los católicos, pero no cabe duda de que pocos son los fieles que sigan vivos allí tras 70 años de régimen totalitario y antirreligioso.
Fátima, la advocación que derriba muros
La dedicación a la Virgen de Fátima tiene unas conexiones especiales, por su relación con la caída del comunismo y del muro de Berlín, y su especial relación con el Papa San Juan Pablo II, considerado por muchos uno de los artífices del hundimiento del comunismo en Europa. La Virgen de Fátima visitó el Muro de Berlín en 1978… y pocos meses después era elegido el Papa polaco. La profecía de Fátima contra «los errores de Rusia» (el comunismo) aún resuena. En el santuario de Fátima se guardan, como trofeos de victoria de la Reina del Cielo, fragmentos del muro derribado en Berlín, y un plafón entero de hormigón.
El Cardenal Yeom, que vivió la Guerra de Corea teniendo entre 7 y 10 años, recordó en su oración a los más de 2 millones de soldados y civiles que murieron durante la contienda, así como la persecución contra los cristianos que vino después y aún se mantiene. También animó a los fieles surcoreanos a crecer en la fe y en la nueva evangelización.
En esta misa concelebró también monseñor Mario Codamo, responsable de los asuntos de la Nunciatura Apostólica. Acudieron además a la misa algunos embajadores de países de tradición católica: de México, El Salvador, Timor Oriental y Filipinas.
En 2019 el cardenal estuvo en Fátima
En 2019, en Portugal, el cardenal Yeom explicó su peculiar situación como pastor de un país que no puede visitar. “Nunca he estado en Corea del Norte, a pesar de que soy Administrador Apostólico de la Diócesis de Pyongyang. Cuando se apareció en Fátima la Virgen María nos dijo que recemos por aquellos que no creen en Dios. Esto significa que María en Fátima nos pide que recemos por la paz en la península coreana. Encomendemos a nuestros hermanos de Corea del Norte”, exhortó estando en Fátima, en Portugal, invitado por el cardenal Dos Santos, obispo de Fátima. El cardenal Yeom y unos 80 peregrinos de Corea del Sur que lo acompañaron participaron en la celebración y la procesión eucarística con velas en 2019.
Ese mismo año, cuando el cardenal celebraba la misa en Portugal, en la catedral católica de Myeong-dong en Seúl, los fieles se reunieron para rezar un “Rosario especial por la paz en el mundo” uniéndose así espiritualmente a otros fieles en Banja Luka y en Bosnia y Herzegovina, en una iniciativa simbólica de “comunión en oración” que abrazaba diversos países.
María, Salud de los Enfermos, ruega por nosotros