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La evocación de un testigo de los hechos de Garabandal apunta a la pregunta clave: ¿es una gran profecía?

Las videntes, rodeadas de sacerdotes y otras personas que estudian sus éxtasis.

Publicamos a continuación el testimonio que nos ha remitido Román Martínez del Cerro, quien visitó Garabandal en la época de las apariciones y conoció personalmente a las videntes en los momentos de sus éxtasis y mensajes.

SAN SEBASTIÁN DE GARABANDAL, ¿UNA GRAN PROFECÍA?

El jueves 12 de junio de 2014 volví a Garabandal. Hacía muchos años que no pasaba por San Sebastián de Garabandal y me sorprendí gratamente de la paz y tranquilidad que se respiraba en esta entrañable aldea de las montañas cántabras.

El pueblo en la actualidad

Nos alojamos en el hotel de la hermana de Mari Loli. Recorrimos y recordamos las cuatro calles del pueblo. La casa de cada vidente, la iglesia, etc. Todo había cambiado, pero todo seguía igual.

De entrada, una buena carretera desde Cosio al pueblo nos acercaba la aldea al resto de España. Sus calles, asfaltadas: atrás quedaban esos arroyos que cruzaban sus empinadas calles. Llegaba ya la televisión al pueblo. Teníamos teléfono. Sus calles estaban iluminadas. Pero sobre todo, ¡teníamos aseos, públicos y privados! Un lujo y tranquilidad para los visitantes.

Subimos, por la calleja, a Los Pinos. Rezamos, allá arriba, un sentido rosario. Cenamos una improvisada cena que nos preparó Sari, la hermana de Mari Loli. Descansamos y el viernes, a las 10 de la mañana, una santa misa muy sentida y muy vivida por una iglesia con bastante gente para las pocas personas que se veían por el pueblo. Al terminar, pasé un momento a saludar al párroco y recordar a nuestro entrañable amigo, tan presente en nuestra memoria, el padre Jorge Loring, fallecido la pasada Navidad. Hacía un año había dejado un entrañable testimonio en su último viaje a Garabandal, unos meses antes de su fallecimiento a los 92 años.

Testimonio inédito del P.Jorge Loring sobre las Apariciones en Garabandal

Los tiempos de las prohibiciones parece que han pasado. Su iglesia, su párroco, su Centro de Peregrinos están abiertos para recibir a todos los que se acercan a este tranquilo pueblo a rezar al Santísimo. A encomendarse a María, nuestra Madre, para recibir de Ella su amparo.

Mi primera visita a Garabandal

Fue en julio de 1962. Allí pasé once días. Allí contemplé, atónito y emocionado, catorce aparentes éxtasis.

En Cádiz, mi ciudad de origen, tuvimos noticias, ya en 1961, de los acontecimientos de Garabandal por varias fuentes. Pero una de primera mano, Esther y su sobrina Estherina. Eran de Garabandal, aunque afincadas desde hacía mucho tiempo en Cádiz. En Garabandal tenían familiares. Julia, la madre de Mari Loli, una de las niñas, era hermana de Atilano, el marido de Esther. Urbano, padre de Estherina era hermano de María, madre de Jacinta, otra de las niñas. Aniceta, la madre de Conchita, otra de las niñas, era prima hermana del padre de Estherina, Urbano. Parentescos lógicos en una aldea de unas setenta casas y aislados del resto de la humanidad.

Pero también nos visitó en nuestra casa de Cádiz -sería septiembre de 1961- el padre Ramón María Andreu, S.J. Gran conocedor de los sucesos de Garabandal. Testigo directo de muchos de ellos y hermano del también jesuita padre Luis Andreu, S.J., fallecido de forma extraordinaria e inexplicable, lleno de felicidad, a la vuelta de una visita a Garabandal.

Mi madre y mi hermana Aurora, con unas amigas, fueron en pleno curso escolar a Garabandal, octubre del año 1961. Mi padre, catedrático en el Instituto Columela de Cádiz, y yo, alumno del mismo instituto y con 15 años de edad, tuvimos que esperar la llegada de las vacaciones para ir a este pequeño pueblo.

Conchita juega con un diávolo. Al fondo, Aurora, hermana del autor del artículo.

Tuvimos que dejar nuestro pequeño Seat 600 en Cosío. Era imposible subir esos cinco o seis kilómetros, por esa pista forestal, hasta Garabandal. Un todo terreno nos facilitó la subida.

En el pueblo, mi padre y yo compartimos habitación en casa de Emilia, una hermana de Esther. Su casa estaba muy cerca de la iglesia, un poco más arriba. Mi madre y mi hermana, en casa de Elena, otra de las hermanas de Esther. Muy próxima a la de Conchita. Entre la casa de Jacinta y de Conchita.

Mari Loli, cargando paja.

En el centro del pueblo, junto a la calleja que sube a Los Pinos, la casa y la tienda de los padres de Mari Loli. Allí, de noche, sería mi primera e impresionante experiencia de las muchas vividas en este pequeño y perdido pueblo de las montañas de Santander.

Mi primera experiencia

Lo recuerdo como si fuera hoy y nunca lo podré olvidar. Era de noche. Un grupo de unas diez o quince personas en la tienda de sus padres. Yo, en una esquina de la habitación, sentado sobre un saco, creo que era de arroz, me quedaba dormido. Ya Mari Loli había tenido algún aviso. Y, de repente, un fuerte ruido de su caída de rodillas y el inicio de lo que para mí era y es un hecho impresionante e inexplicable desde el punto de vista natural.

Durante nuestra estancia en Garabandal fueron muchos los éxtasis y apariciones que tuvieron las tres niñas, Mari Loli, Conchita y Jacinta. Mari Cruz, creo recordar que durante esos días no tuvo ninguna. Contar todas y con detalle sería largo y repetitivo, ya que hay multitud de testigos que han repetido lo que todos veíamos y vivimos.

Tres ejemplos de lo que allí viví

Solo haré una mención especial a tres momentos que personalmente me impresionaron especialmente.

El primero fue una aparición a Mari Loli, de noche, en Los Pinos. Sin luz, solo con nuestras linternas, y en plena aparición rezaba el rosario a la vez que bajaba, por la resbaladiza y empinada cuesta, desde Los Pinos hacía el pueblo. Yo con quince años, la seguía a duras penas. Íbamos dirección al cementerio, en la parte baja del pueblo y en el lado opuesto a Los Pinos. Las cuarenta o cincuenta personas que seguían a la niña se quedaron atrás. Me quedé solo, de noche, junto a la tapia del cementerio, sin luz, solo de linternas, rezando un rosario con una niña, en aparente estado de éxtasis. Sintiendo la presencia de una Virgen que hablaba con total naturalidad con aquella niña. Mi primera e inevitable sensación de miedo pronto se transformó en una emotiva sensación de paz interior. Nada malo había en aquella situación y Mari Loli transmitía, en su transfigurada cara, una paz y dulzura interior.

El segundo momento fue una mañana. Mi padre y yo salíamos de casa de Emilia, hacia la casa de Elena, donde desayunábamos junto a mi hermana Aurora y mi madre. Vemos, de lejos, que Conchita venía en dirección a la iglesia. De repente cae en éxtasis, con el característico ruido de las rodillas y la transfiguración de la expresión de su rostro. Mi padre y yo nos acercamos corriendo y Conchita estaba recibiendo la comunión por parte de un ángel. Nosotros solo veíamos a Conchita. Lo demás, Conchita nos lo contó, una vez “despertada” del momento. Serían las diez de la mañana. Solos, mi padre, Conchita y yo. Mi sensación, agradecimiento por haber vivido aquel momento.

El tercero. Después de un día de fiesta, 18 de julio, donde se celebraba al patrón del pueblo, todos esperaban un hecho prodigioso, un milagro. Pero el tiempo pasaba y la desesperanza en algunos era evidente. En el pequeño pueblo, varios miles de personas habían acudido a “ver el milagro”.

Ya pasados unos minutos de las doce estábamos en casa de Elena y oímos mucho ruido en la calle. La casa de Elena estaba muy próxima a la de Conchita. En medio de la calle, Conchita, con la boca aún abierta, venía en éxtasis y pude ver perfectamente la sagrada forma en la lengua de Conchita. Como cuentan otros muchos testigos, blanca y con grosor superior al normal. Mi distancia a la niña sería de unos dos metros. Yo en alto, en una especie de pequeño porche que existía en esa esquina.

He visto y soy testigo de muchas apariciones. No creo que sea el momento de recordar cada detalle o cada hecho. Testigos mucho más cualificados que yo lo han hecho.

Mucho menos me corresponde calificar los hechos ocurridos en Garabandal. Doctores tiene la Iglesia. Sí quiero manifestar mi absoluta obediencia, entonces y en la actualidad, al magisterio de la Santa Madre la Iglesia. Muy especialmente, en este caso, al señor obispo de Santander en lo que a su magisterio le compete.

Los mensajes de Garabandal

Mensaje del 18 de octubre de 1961: «Hay que hacer muchos sacrificios, mucha penitencia, visitar al Santísimo; pero antes, tenemos que ser muy buenos. Y si no lo hacemos, nos vendrá un castigo. Ya se está llenando la copa, y si no cambiamos, nos vendrá un castigo muy grande.»

Mensaje del 18 de junio de 1965: «Como no se ha cumplido, y no se ha dado mucho a conocer mi mensaje del 18 de octubre, os diré que este es el último. Antes, la copa se estaba llenando; ahora está rebosando. Los sacerdotes, obispos y cardenales van muchos por el camino de la perdición y con ellos llevan a muchas almas. A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia. Debéis evitar la ira del Buen Dios sobre vosotros con vuestros esfuerzos. Yo, vuestra Madre, por intercesión del ángel San Miguel, os quiero decir que os enmendéis. Ya estáis en los últimos avisos. Os quiero mucho y no quiero vuestra condenación. Pedidnos sinceramente y nosotros os lo daremos. Debéis sacrificaros más. Pensad en la Pasión de Jesús».

Garabandal en el tiempo

Dice Jorge Fernández Díaz que «las cosas de la Providencia no son meras coincidencias».

Los hechos de Garabandal se producen en los años 1961 a 1965.

El Concilio Vaticano II se inicia en 1962 y concluye en 1965.

¿Quién podría imaginarse, en los primeros años sesenta, el cambio social y religioso que se iba a producir en los años siguientes?

La alusión a muchos sacerdotes, obispos y cardenales del Segundo Mensaje de Garabandal era en aquellos años inimaginable. Tanto que incluso Aniceta, la madre de Conchita, lo pretendió suavizar haciendo alusión solo a los sacerdotes.

Desgraciadamente, visto lo visto, hoy podemos pensar en el carácter profético de dicho mensaje.

Estudios actuales

Son muchos los escritos y videos que durante estos años se han escrito y producidos sobre los hechos acaecidos en Garabandal. Por señalar algunos, yo destacaría los tres videos realizados por el padre Ángel María Rojas, S.J. bajo el título: Testigo y apóstol de Garabandal.

También sobresale la gran obra del padre capuchino Eusebio García de Pesquera O.F.M., titulada: Se fue con prisas a la montaña. Libro que destaca por su amplitud y gran labor de recopilación. Curiosamente y para mí de forma muy grata, el padre García de Pesquera cita nuestra presencia en Garabandal en dos momentos de su obra, concretamente en las páginas 399 y 428 de su libro.

Pero indudablemente y de forma inesperada y extraordinaria ha sido el padre José Luis Saavedra, SHM, quien ha dado actualidad y profundidad a lo ocurrido en San Sebastián de Garabandal, a cuatro niñas, entre los años 1961 a 1965.

El padre José Luis Saavedra, S.H.M. junto al autor de artículo y su esposa Victoria Eugenia.

Primero con su primer libro: Garabandal. Mensaje de Esperanza que es la publicación de su tesina de licenciatura. Posteriormente con su segundo libro titulado: Garabandal, que es su tesis doctoral, presentada en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra en el otoño de 2017 y que obtuvo la máxima calificación del tribunal calificador: Sobresaliente cum Laude.

Estos magníficos trabajos del padre José Luis Saavedra, S.H.M. han dado lugar, ya en 2018, al estreno de una película: Garabandal, solo Dios lo sabe, que está dando a conocer y difundiendo los hechos extraordinarios que en ese lugar se produjeron.

Preguntas en el aire

En aquellos momentos, y más aún en la actualidad, me sigo haciendo una serie de preguntas e interrogantes sobre los hechos de los que yo fui testigo.

1.- Concordancia de los hechos. Los hechos se suceden simultáneamente sobre cuatro niñas sencillas y normales, nada histéricas, en cuyas declaraciones y actos hay absoluta concordancia.

2.- Prodigios inexplicables. Embellecimiento, descubrimiento de personas, descubrimientos de conciencias, de objetos, rigidez y a la vez ligereza y suavidad de las niñas en las apariciones. Posturas a veces inexplicables pero siempre bellas y en posiciones honestas, etc.

3.- Estética. Los hechos se presentan con inefable belleza: en rostros, paisajes, ingenuidad, etc.

4.- Enseñanza. Con los hechos se aprueban verdades que pertenecen a la más sólida tradición cristiana. Tanto en aspectos dogmáticos como morales, incluso litúrgicos. Se ensalza la autoridad paterna, la autoridad de la Iglesia, el amor a la Eucaristía, a la Santísima Virgen, al Arcángel San Miguel, el ayuno eucarístico, la oración por las almas de purgatorio, el cuidado de los enfermos, la necesidad de la oración y del sacrificio reparador, las venerables tradiciones marianas: Carmen, Rosario, Reina de los Ángeles, Perpetuo Socorro. La castidad, el pudor, la pobreza voluntaria. En general, la fe y mejora de las costumbres.

5.- Ambiente de pobreza y falta de cualquier comodidad, física e incluso espiritual: “Los caminos del Señor son estrechos, largos y empinados”. Nada mejor para explicar el Garabandal de aquellos años.

6.- Se hablaba de curaciones y hechos sobrenaturales. Yo solo presencié la Comunión de Conchita del 18 de julio de aquel año. Vi la Sagrada Forma en la lengua de Conchita, a menos de dos metros de distancia. Pero siempre me he preguntado si se han investigado, uno por uno, estos hechos de los que tanto se hablaba en aquellos años.

7.- ¿Son los mensajes de Garabandal proféticos sobre lo que por desgracia vivimos en la actualidad en la vida social y en la vida religiosa? ¿Se podría pensar o suponer, en aquellos años, una situación como la que vivimos y padecemos actualmente?

A modo de conclusión

Sí puedo afirmar lo que para mí ha supuesto Garabandal.

La Fe es un don que Dios nos da a cada uno. Pero esa Fe se apoya en otros factores para que tenga suficiente consistencia. En la razón. En la oración. En la lectura meditada de los Evangelios. En la frecuencia de los Sacramentos. En el ejemplo que recibimos de otras persona, padres, sacerdotes, etc. También y de forma importantísima, en estos regalos que nuestra Madre nos da en sus apariciones y con sus mensajes.

Yo, en los días en los que presencié las apariciones de las niñas, no vi nada que me pareciera contrario al dogma y a la moral católica. Vi cómo unas niñas normales y corrientes se transfiguraban reflejando una sensación de belleza y paz interior a quienes, asombrados, contemplábamos unos hechos inexplicables.

En mi vida interior, Garabandal solo ha influido en afianzar mi Fe y mi amor por la Santísima Virgen, mi Madre.

Y una sorpresa: ¡Ya sé lo que es alegría!

Rebuscando en el diario de mi padre, Miguel Martínez del Cerro Gómez y fechada el 22 de agosto de 1962, a los pocos días de nuestra vuelta de Garabandal, me encuentro con este sencillo pero sentido poema. Nada mejor para resumir la impresión que recibimos en San Sebastián de Garabandal:

¡Ya sé lo que es alegría!

De la Reina de los Cielos

los ojos he visto un día.

Los he vistos reflejados

en los ojos de unas niñas.

 

Que no me hablen más de pena.

¡Ya sé lo que es alegría!

De la Reina de los Cielos

los ojos he visto un día.

Un testimonio de Román Martínez del Cerro

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