En menos de un mes el Papa Francisco visitará Irak, un viaje muy esperado y querido por el Pontífice a pesar del riesgo extremo para su seguridad. Pero incluso entre los musulmanes hay inquietud por algunas figuras centrales del cristianismo, como por ejemplo la Virgen María.
De esto se hace eco el vicario patriarcal siro-católico de Basora, el obispo Atanasios Firas Dardar, que cada mañana en la iglesia del Sagrado Corazón de la segunda ciudad iraquí ha sido testigo de una entrañable escena.
Tal y como explica al diario Avennire, cada mañana una niña entra en esta iglesia de una ciudad de abrumadora mayoría chiíta. Y directamente va de manera silenciosa a la gruta de la Virgen de Lourdes, donde reza. Además, cada día enciende una vela, besa a la Virgen y después se marcha.
Esta es una presencia que el obispo Atanasios Firas Dardar ya no podía ignorar. “¿Cómo te llamas?”, le preguntó un día. «Sara», respondió la niña que para ganarse la vida vende bolsas de plástico a quienes compran en uno de los muchos zocos de Basora. “¿Dónde vives?”, preguntó nuevamente el obispo. «Soy de Abo Sker», uno de los barrios chiítas más populares de Basora.
Sara, como se desprende de su vestimenta y su velo, es musulmana chií, pero reza todos los días en la Iglesia católica: “No sé muy bien quién es María. Pero esta mujer nunca regresa con las manos vacías”, le respondió la niña, por lo que el obispo que quiso contar el episodio el sábado en su cuenta de Facebook, junto a una foto sonriente de la pequeña Sara.
“La fe espontánea de esta niña representa la fe de todo hombre que confía en Dios”, comenta Mar Atanasios.
Una fe que, en el profundo sur chiita, ya no tiene fronteras: hay muchos musulmanes que rezan a María. No es raro que los chiítas asistan a las fiestas de la Virgen María. Una devoción popular que ahora parece reavivarse con la noticia de la visita del Papa Francisco a Irak.
En Nayaf, la ciudad santa de los musulmanes chiítas, el Papa se reunirá con el gran ayatolá Ali al-Sistani, el líder de los chiítas iraquíes. En Ur de los caldeos, en el territorio de la diócesis de Basora, está prevista también una reunión interreligiosa en los lugares de Abraham.
«El Papa ha venido a traer tres ramas de olivo», explica a Avvenire el obispo siro-católico de Basora. «La primera rama de olivo es como oxígeno para un enfermo: el Papa ayudará a los cristianos a seguir siendo parte del pueblo iraquí». Una presencia cada vez más pequeña en Basora, donde los cristianos se reducen a unas 300 familias, no más de 1.500 fieles, incluidos ortodoxos, armenios y protestantes.
Una segunda rama de olivo «será para la convivencia de todas las religiones» y por eso Francisco «visitará Ur, la patria de todos los creyentes». La tercera rama es para todo Irak «cuya imagen en el mundo ha sido desfigurada por Daesh» y ahora busca «gracias a esta visita una nueva cultura de convivencia».