Corona de oro, bastón de mando, la medalla de la ciudad, el fajín de capitán general, cinco mantos lujosos donados en los últimos 160 años… a la Virgen de los Reyes, patrona de Sevilla, no le faltan detalles del cariño de los sevillanos, y ahora tiene uno más: la Copa de fútbol de la Uefa, que le ofrecieron los jugadores del Sevilla entre la aclamación popular y el entusiasmo desbordante en la ciudad del río Guadalquivir.
En Diario de Sevilla, Juan Antonio Solís recoge las escenas de júbilo en las calles.
»"Oh Guadalquivir/te vi en Cazorla nacer/hoy en Sanlúcar morir…", recitó Antonio Machado. Este jueves [15 de mayo de 2014], decenas de miles de sevillistas lo vieron gozar. Porque el caudal por el que discurre la historia de Sevilla volvió a ser un río de gozo. De un indescriptible gozo. Como hace siete años, cuando la segunda Copa de la UEFA arribó a la ciudad surcando esas verdosas aguas. Eran las siete de la tarde cuando zarpó del CAR de la Cartuja la embarcación con los héroes que se trajeron la Liga Europa de Turín. Y empezó una inolvidable fiesta, otra más, para la mitad de la ciudad. [El periodista parece sugerir aquí que la otra mitad es del equipo rival local, el Betis, y no festeja; nota de Cari Filii].
»"Es el día de inundar Sevilla de blanco y rojo. Para inundarla de sevillismo", decía un emocionado Monchi en el barco, desmarcado de un grupo de jóvenes embargados por el júbilo, los que componen la primera plantilla del tricampeón. Y hubo inundación, vaya si la hubo. Hacia la Torre del Oro acarreó el Sevilla la copa que le cambió la vida a los que laten con su escudo. Los jugadores, mientras, no se cansaban de retratarse con ella. Porque ella también le ha cambiado la vida a muchos de ellos: Rakitic, Vitolo, Bacca y muchos otros descubren el sabor de la gloria por ella. Cuando la comitiva enfila una abarrotada Avenida, Híspalis, la estatua alegórica de Sevilla que preside la fuente, lucía una bufanda del Sevilla anudada a su cabeza y vestía la camiseta blanca de los campeones.
Llegando a la catedral
»Camino de la Catedral, suenan los acordes del himno del Centenario y el mismísimo corazón de la ciudad late al son de ese cántico que ya distingue al club casi como sus colores. Y la canción fetiche de este título, el "¡Qué dolor!" de Rafaella Carra.
»Con un cuarto de hora de retraso sobre el horario previsto, a las nueve de la noche, cruzan los héroes la Puerta de San Miguel recibidos por monseñor Asenjo, el arzobispo de Sevilla. El presidente porta la copa con el arzobispo y Rakitic a su lado.
»Y los héroes se postran en la Capilla Real ante la patrona, la Virgen de los Reyes, a la que volvieron a ofrecer la copa, como en 2006 y 2007. También depositan a sus pies un gran ramo de rosas blancas. "Os agradezco este gesto y os felicito por esta nueva hazaña", fueron las palabras de bienvenida del arzobispo.
»Varios jugadores se acercan a la Virgen y mantienen un diálogo privado con ella.
Una imagen del s.XIII
La Virgen de los Reyes es la patrona de Sevilla como ciudad y archidiócesis. Celebra su fiesta el 15 de agosto, día de la Asunción, con una multitudinaria procesión. La imagen se venera en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla y en torno a ella se fundó en el año 1905 la Asociación de Fieles de Nuestra Señora de los Reyes y San Fernando, de la que es cotitular con el rey Fernando III de Castilla. Fue coronada canónicamente en el año 1904, convirtiéndose en la primera imagen mariana en obtener esta distinción en Andalucía.
Se trata de una imagen realizada por autor anónimo en la primera mitad del siglo XIII, con madera de alerce, de estilo gótico. Por su estilo es posible que fuera realizada en un taller francés, lo que sugiere a algunos que Luis IX de Francia pudo enviarla como regalo a su primo hermano Fernando III de Castilla. Es una escultura de las denominadas de candelero, es decir, que sólo tiene talladas la cabeza, las manos y los pies; está completamente articulada, como una muñeca. Aunque siempre se expone sentada, es de tamaño natural y tiene una altura total de 176 centímetros.
Se cuerpo se halla recubierto completamente de pergamino, con policromía de gran realismo en manos y rostro, y está enriquecida con cabellos de hilo de oro trenzado que la actual vestimenta no permite contemplar. En sus rodillas sostiene una imagen del Niño Jesús, realizada también en el siglo XIII, de 60 centímetros de altura.