La Inmaculada Concepción tiene históricamente una profunda vinculación con España, hasta el punto de que es la Patrona del país. Y fueron precisamente los católicos españoles, que llevaban siglos celebrando esta fiesta, los que tuvieron un papel fundamental en que este dogma fuera finalmente reconocido por la Iglesia en 1854.
Esta relación entre la Inmaculada y España se manifiesta de otras muchas maneras y una de ellas es el papel fundamental que esta advocación de la Inmaculada ha tenido en el nacimiento del Camino Neocatecumenal, una de las realidades eclesiales más potentes en este momento en el catolicismo, y nacida precisamente entre los más pobres de la periferia de Madrid en la década de 1960.
Los iniciadores del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello y la ya fallecida Carmen Hernández, dieron a esta realidad un papel preponderante a la Virgen María y en numerosas ocasiones han asegurado que Ella «inspiró» este Camino. De hecho, todas sus celebraciones están presididas por una imagen de María.
La visión de la Virgen
Sin embargo, cuando Kiko Argüello habla de la Inmaculada como “inspiración” del Camino Neocatecumenal se refiere concretamente a una visión de la Virgen que tuvo él mismo en 1959, precisamente el 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada, y del que este domingo se cumplen justamente 60 años.
Este hecho extraordinario se produjo cuando Kiko apenas tenía 20 años y en su dormitorio de la casa de sus padres situada en la calle Blasco de Garay de Madrid. El mismo Kiko relataba brevemente hace unos días aquel acontecimiento que por ende afectaría después a millones de personas que durante las décadas posteriores se encontraron con Cristo, y con su Madre la Virgen, a través del Camino Neocatecumenal.
El iniciador de esta realidad eclesial ha relatado en alguna ocasión aquella visión. Eran las 3 de la tarde del 8 de diciembre de 1959. “Después de comer sentí que tenía que ir a mi cuarto a rezar. Fui a la habitación, me puse de rodillas sobre la cama y, de pronto, la Virgen María estaba detrás de mí con el niño y dijo esta frase: ‘Hay que hacer comunidades cristianas como la Santa Familia de Nazaret, que vivan en humildad, sencillez y alabanza; el otro es Cristo’. Y se calló”, relató Kiko.
«Yo no merezco esta aparición»
“Esto, lo creeréis o no lo creeréis, pero es la verdad. La Virgen bajó del cielo con su Hijo y se presentó en mi habitación. Yo no merezco esta aparición de la Virgen, pero lo hizo”, recalcó el iniciador del Camino. La realidad es que 60 años después de aquellas palabras de María hay más de 21.000 comunidades repartidas en más de 130 países que viven en estas pequeñas “comunidades”, de entre 30 y 60 personas cada una.
En aquel 1959, Kiko Argüello había ganado un Premio Nacional de Pintura y en plena universidad había pasado momentos turbulentos que le habían alejado de Dios hasta el extremo. “Me fui alejando de la Iglesia hasta dejarla totalmente. Había entrado en una profunda crisis buscando el sentido de mi vida. En Bellas Arte hice teatro. Conocí el teatro de Sartre y milité en esta línea un poco atea. Me dediqué a pintar, a hacer exposiciones… Dios permitió que yo hiciese una experiencia de ateísmo, o, si queréis, una kenosis, un profundo descenso al infierno de mi existencia, una existencia sin Dios”, contaba Kiko en otra ocasión.
El momento en el que entendió el mensaje de la Virgen
En una profunda crisis debido a este sinsentido, Kiko explicó que entró en este mismo dormitorio, “y me puse a gritar a este Dios que no lo conocía. Le gritaba: ¡Ayúdame! ¡No sé quién eres! Y en aquel momento el Señor tuvo piedad de mí, pues tuve una experiencia profunda de encuentro con el Señor que me sobrecogió. Recuerdo que lloraba amargamente, me caían las lágrimas, lágrimas a ríos”. Ahí empezaría el cambio en su vida.
Y fue en este contexto de vuelta a la fe cuando la Virgen le dijo estas palabras de formar comunidades. Él mismo reconoce que en aquel momento no entendió qué quería decirle María con esto. Fue unos pocos años después cuando escandalizado por el sufrimiento de los inocentes decidió irse con una Biblia y una guitarra a vivir con los pobres de las chabolas de Palomeras Altas de Vallecas. Allí, donde él sólo quería estar al pie de la cruz fueron tomando todo el sentido aquellas palabras de la Virgen. Y entre los más pobres de los pobres de España nacieron estas comunidades que serían el germen del Camino Neocatecumenal. Las palabras de la Virgen se habían cumplido.
El Santísimo oculto durante la Guerra Civil
Hay un detalle menos conocido sobre esta experiencia de Kiko con la Virgen que cabe la pena destacar. Durante la guerra civil española y cuando esta casa todavía no pertenecía a la familia de Argüello, el Santísimo Sacramento estuvo oculto durante toda la contienda en el que luego sería el dormitorio de Kiko y el lugar en el que la Virgen se le apareciese.
Ante el temor de que las milicias anticlericales asaltaran y profanaran la Eucaristía de la cercana iglesia de los jesuitas, los sacerdotes y la familia de aquella casa decidieron que el Santísimo se expusiera en secreto en esta habitación. Y así fue hasta el final de la guerra, veinte años antes de que de ese pequeño habitáculo de no más 6 metros cuadrados surgiera la inspiración de una realidad que llevaría a la Iglesia y a Dios muchas almas.
Un icono de María para recordar aquel momento
Para recordar aquel momento del 8 de diciembre de 1959, Kiko Argüello pintó en 1973 un icono en el que aparecen la Virgen y el niño Jesús en el que añadió la frase que recibió de boca de María: “Hay que hacer comunidades cristianas como la Santa Familia de Nazaret, que vivan en humildad, sencillez y alabanza; el otro es Cristo”. El original, pintado al estilo oriental, se expone en estos momentos en una capilla lateral de la catedral de la Almudena de Madrid y es ahora una de las imágenes marianas más conocidas estando presente en decenas de miles de hogares y parroquias de todo el mundo.
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