Juan Manuel Cotelo confiesa que no se moviliza para rodar una película si no es para provocar «una renovación espiritual profunda» en el espectador. A través de un ejemplo de vida sacerdotal, en La última cima; de la devoción a la Virgen, en Tierra de María; de la aventura de peregrinar a Santiago de Compostela, en Footprints. En los tres casos, el gran éxito nacional e internacional conseguido en cuanto a asistencia de público vale menos que el impacto directo que han tenido en la vida de casi todos los que las han visto.
De ahí la importancia excepcional del proyecto en el que está embarcado ahora, El mayor regalo. El cineasta madrileño va a abordar el núcleo mismo del cristianismo: el perdón. Quizá el punto más «duro» del Padrenuestro: Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Pedir perdón a Dios. Pedir perdón a los hermanos. Perdonarles también.
El mayor regalo precisa financiación para hacerse realidad. Infinito+1, la productora de Cotelo, lanza por ello una intensa campaña de crowdfounding o financiación por parte de quienes serán sus principales beneficiarios: los espectadores.
El objetivo: 100.000 euros en 40 días. Todas las cantidades son bienvenidas y todas tienen su recompensa: desde figurar en los créditos de la película (5 euros) a ser extra en ella (500 euros), desde un «pack del perdón» para ayudar a solucionar los pequeños conflictos domésticos (100 euros) a incorporar el logo de la entidad colaboradora como «entidad embajadora del perdón» al inicio de la película (3.000 o 5.000 euros).
Aunque la recompensa mayor es la certeza del bien que va a hacer El mayor regalo a quienes perdonen o sean perdonados gracias al film.
-Entre todos los proyectos que podríais afrontar en Infinito+1, ¿por qué habéis optado por una película sobre el perdón?
-Para que un proyecto de Infinito+1 deje de ser proyecto y se convierta en película, han de darse tres condiciones. Primera: que la historia tenga potencial claro para invitar al espectador a una renovación espiritual profunda, confiando en la ayuda de Dios. Como cristianos, no podemos conformarnos con entretener, ni con hablar de valores positivos con los que todos estamos de acuerdo. Si los cristianos ocultamos a Jesucristo con la excusa de tener mayor aceptación popular… simplemente hacemos ruido. Segundo: hemos de tener la «sospecha fuerte» de que Dios desea que hagamos ese proyecto concreto. Ningún proyecto ha surgido por iniciativa nuestra, sino que Él ha dado el primer paso.
-¿También ahora?
-Para este proyecto, fue muy claro: estando yo en Colombia, se me presentó una persona y me dijo: «Mis jefes quieren pedir perdón y lo quieren hacer a través de usted». Eran personas que han cometido todo tipo de maldades: asesinatos, torturas… y que se habían entregado a las autoridades, a raíz de su conversión espiritual. Ellos mismos me condujeron hasta sus víctimas, de quienes recibieron el perdón, con un amor extremo que jamás había visto yo encarnado ante mis ojos. Desde entonces he ido encontrándome con otras reconciliaciones, entre todo tipo de personas que antes se odiaban, en otros países. No me resulta difícil ver la mano de Dios en estos encuentros «casuales».
-Ha hablado de tres condiciones… ¿cuál es la tercera?
-Conseguir el dinero para hacer la película. Sin dinero, los proyectos quedarían en bonitas ideas. Desde que nació Infinito+1, comprendí que debía pedir dinero para sacar adelante esta misión, sin detenerme con la excusa perfecta: «Como no tengo dinero, pues no hay nada que hacer, lo dejo.» Depender de la generosidad de otras personas nos hace humildes y agradecidos.
-Y la gente responde…
-La Fundación Infinito sale adelante gracias a mucha gente, en su mayoría anónima. Su generosidad estimula en nosotros el precioso deber de ser también generosos. Nosotros exponemos abiertamente las necesidades económicas que requiere producir y distribuir nuestras películas… y Dios mismo despierta en cada persona el deseo de colaborar o no. Es una invitación íntima y personal, aunque la publiquemos masivamente. Cada persona, al orar, puede descubrir si esa invitación es para ella.
-¿Cómo está siendo para usted la experiencia personal de El mayor regalo? Si me permite la expresión además de la indiscreción, ¿qué «se le ha pegado» de los protagonistas del perdón con quienes ya ha podido hablar?
-Cuando estoy con personas que han hecho mucho daño, que vivieron durante años apresados por el odio… pero que hoy viven con una paz que parecía perdida para siempre, pienso: «No debo tener miedo ni vergüenza para pedir perdón cada vez que yo haga daño.» Y cuando estoy con personas que han perdonado todo tipo de ofensas, pienso: «También yo debo perdonar a cualquier persona que me ofenda». Éste es el objetivo de la película: que cualquier espectador encuentre la fuerza para pedir perdón y para perdonar, sobre todo si ya pensaba que era tarde para ello.
-¿Es cierto eso de que «nunca es tarde»?
-La experiencia de estas personas lo demuestra: no hay nada imperdonable. Nunca es demasiado tarde, ni demasiado pronto, para el perdón.
-Si logra completar la financiación mediante el crowdfounding y produce la película, ¿qué será lo que más nos impacte de sus protagonistas?
-Tal vez el hecho de que muchos de ellos carecían de fuerzas o incluso de voluntad para pedir perdón o para perdonar. Y, sin embargo, recibieron esa fuerza que no tenían como un don que Dios concede a cualquier persona. Son testimonios que llenan de esperanza a cualquiera, porque ninguno de nosotros puede afirmar honestamente «yo no he ofendido a nadie», o «yo no he de perdonar a nadie». El perdón es un ejercicio que todos debemos practicar a lo largo de toda la vida. Y si alguna vez nos sentimos sin fuerzas, no pasa nada: podemos pedir a Dios esa fuerza y siempre nos la da.
-Los personajes a quienes usted ya ha entrevistado perdonaron o pidieron perdón por cosas realmente graves, algunas monstruosas. ¿Nos vale ese testimonio a quienes tenemos cosas más «normalitas» por las que pedir perdón o perdonar?
-Primero te diría que no te confíes. Nadie nació cometiendo atrocidades. Se empieza por no dar importancia a «cosas normalitas» y poco a poco se acaba muy mal. Quien se crea libre de tentaciones o de pecados… que revise los criterios de su propia mirada.
-¿Qué criterios propone?
-El amor que tenemos a los demás determina esa sensibilidad. Si amo a alguien, me duele enormemente cualquier ofensa que yo pueda causarle. Si de verdad amas, no puedes distinguir entre «ofensa grave» y «ofensa leve», porque el amor es fino, delicado. Si amas, un simple descuido, un olvido, una mirada dura, una palabra irónica, un mal pensamiento, o una ligera desconfianza en el otro se convierte en un daño que deseamos reparar, corregir.
-Amor y perdón, dos caras de una misma moneda…
-Pedir perdón surge como una necesidad del amor. Por ese mismo motivo, perdonamos ágilmente, independientemente de si nos han hecho algo grave o leve. Perdonamos y punto. Amamos y punto. El perdón es la expresión más clara de un amor sincero.
-Cuando surgió el proyecto de El mayor regalo, estábamos en pleno Jubileo de la Misericordia. ¿Ha calado el año jubilar en la vida concreta de las personas?
-Sólo Dios puede responder a esta pregunta. Sólo Él conoce el corazón de cada persona. Pero me atrevo a decir que el Jubileo de la Misericordia nos ha estimulado a revisar los criterios de nuestro amor al prójimo. Nos ha urgido a examinar si nuestro amor es teórico, intelectual… o si se traduce en actos concretos de amor, de servicio. También nos ha invitado a acercarnos sin miedo al amor de Dios, que nos espera siempre con los brazos abiertos, hayamos hecho lo que hayamos hecho.
-¿Y tiene la Virgen María algún papel en esta “cruzada del perdón”?
-María sufrió y sigue sufriendo graves ofensas. Es experta en perdonar. El Rey Herodes quiso matar a su hijo, por temor a que ese bebé, que aspiraba a reinar en los corazones, fuese un peligro para su reinado terrenal. Y mandó ejecutar a todos los niños… y María con José tuvieron que huir. ¡Qué sufrimiento tan terrible! Aún hoy se sigue ofendiendo a María, sin que nadie reciba de ella ningún mal como respuesta, sino todo lo contrario: amor y sólo amor. Ella es «intercesora de todas las gracias» y tiene todo el sentido que acudamos a ella para pedirle la fuerza que necesitemos para pedir perdón o para perdonar.
-De los casos que tienen sobre la mesa, ¿hay alguno que incluya en su historia la presencia de Nuestra Señora?
-Sí… te cuento una historia muy reciente. A veces, perdonarse a uno mismo resulta más difícil que perdonar a otros. Cuando uno es consciente del mal que ha hecho, llega la tentación peor de todas: la desesperación. «¡Oh, no! ¿Qué he hecho? Lo mío no tiene perdón…» Es algo frecuente entre personas que han abortado. Hace poco, una mujer me llamó por teléfono y me contó que, el día anterior, estuvo a punto de suicidarse. Dos días antes, había abortado a su tercer hijo. Los remordimientos fueron terribles e inmediatos. Cuando iba a poner fin a su vida, rezó: «¡Envíame un ángel, ahora! ¡Necesito ayuda, ahora!» En ese momento recibió un mensaje en su móvil. Al abrirlo, se encontró con una foto: su amiga sostenía en la mano un DVD de Tierra de María. Y el mensaje decía: «Acabo de comprar este DVD. ¿Te vienes a casa y lo vemos juntas?» Vio la película… y después buscó inmediatamente un confesor. Me dijo que fue la Virgen María quien acudió en su ayuda, para perdonarse a sí misma y recuperar la paz perdida.
-Además de éste y de los que ya figuran en el material promocional, ¿qué otros casos de perdón podrían formar parte de la película y nos puede anticipar sin desvelar demasiado?
-Lo cierto es que conocemos muchos testimonios de reconciliación, en muchos países. Aún no podemos decidir cuáles serán las historias definitivas que veremos en la película… porque primero hay que filmarlas. Para eso estamos pidiendo ayuda económica a todo el mundo: para poder filmar esas historias. Cuando las filmemos, será normal que surjan nuevas historias que podrían sustituir a alguna de las historias previstas. Hace tan sólo unos días hablé con una persona de Afganistán que ha vivido una historia terrible y a la vez preciosa de reconciliación. Hacer una película es un proceso vivo, hasta el último minuto. En cualquier caso, todas las historias serán esperanzadoras. Desde reconciliaciones en el seno de familias rotas, hasta conflictos históricos que parecían insuperables.
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-Buscando testimonios para la película, ¿se ha encontrado (incluso en el entorno de los mismos que han perdonado o en otros casos que haya buscado o le hayan llegado) personas refractarias a perdonar, que viven aún en el rencor?
-Desde que conté por primera vez a una persona que quería hacer una película sobre el perdón, no paro de encontrarme con personas que me dicen, directamente: «Yo no puedo perdonar» o «yo no puedo pedir perdón». Y les respondo: «Pues para ti voy a hacer esta película. Pero ya te adelanto algo: es cierto que tú no puedes perdonar, o que tú no puedes pedir perdón. La buena noticia es que vas a recibir la fuerza que te falta para hacerlo. No desesperes, confía en ese regalo que vas a recibir. Vamos a pedirlo juntos».
-¿Y sucede?
-Ya voy viendo, gracias a Dios, que ese regalo llega sin hacerse esperar a todo el que lo pide.
-¿Cuándo comenzará el rodaje de El mayor regalo y cuándo se estrenará?
-Te confieso algo: cuando hago previsiones de plazos, siempre me equivoco. Porque la vida real pesa más que cualquier planificación. El proceso depende, en primer lugar, de la financiación. En cuanto tengamos el dinero necesario, empezaremos inmediatamente a filmar. A partir de ese momento, lo normal es que tardemos un año en producir la película. A continuación buscaremos salas para estrenarla en todo el mundo. La fecha de estreno en cada país depende, de nuevo, de que surjan personas que se sumen a Infinito+1, buscando salas y promoviendo las películas cuando se estrenen. Somos un gran equipo. A solas, no tenemos nada que hacer. Vivimos del agradecimiento.
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