Mauricio Gallo no tuvo una infancia fácil. Su familia pobre, y su padre alcohólico le pegaba a menudo. Pronto descubrió el mundo de la calle con el alcohol, las drogas y la sexualidad desenfrenada. Y más adelante la pornografía, de la que fue adicto.
Fue la que hoy es su esposa, y un retiro mariano lo que cambió su vida para siempre. Delante de María pudo empezar a ser consciente de su realidad y empezar a dejar los numerosos vicios que le esclavizaban. Ahora evangeliza a través del grupo Lazo de Amor Mariano. Cuenta su historia completa en Portaluz:
“La Virgen me rescató de la lujuria, pornografía y drogas»
Aunque estaba habituado a la farra, las drogas, beber alcohol en exceso y a relacionarse con las mujeres, de preferencia para obtener placer sexual, cuando conoció a María Aristizábal -quien sería su futura esposa- el colombiano Mauricio Gallo Gómez, sin poder siquiera suponerlo, iniciaría un camino de retorno a Dios. Y por primera vez en su vida, sería consciente en su alma del amor Inmaculado de la Bendita entre todas las mujeres, la Santísima Virgen María.
A diferencia de otros niños, Mauricio desde pequeño “tenía una fuerte inclinación a las cosas malas”, cuenta a Portaluz, contextualizando que, siendo seis hermanos, todos varones, con un padre que por su trabajo poco pasaba en casa, su madre se veía habitualmente sobrepasada para establecer límites. “Mi papá tenía crédito en una tienda y a escondidas yo sacaba cosas a nombre de él; también robaba cosas de mi casa”. Y no solo eso, pues con apenas siete años comenzó a drogarse, inhalando solventes químicos. Al enterarse, el padre de Mauricio -quien era alcohólico- lo castigó golpeándolo duro, como era habitual. “Éramos muy pobres, entonces siempre había mucha agresión física, mi papá nos castigaba con un cable de luz, un alambre; eso nos dejaba las piernas marcadísimas, yo a mi papá le tenía terror… tanto que una vez antes de un castigo me oriné en los pantalones del miedo que le tenía”, relata.
Morir antes que pecar
La infancia transcurrió entre violencias diversas: algunos períodos en su casa, otros en la calle o trabajando por el techo y la comida con algunos familiares. Recién en la adolescencia se sintió por primera vez protegido cuando su madre -atendiendo a la solicitud que Mauricio le hacía- lo ingresó al internado del Colegio Nuestra Señora del Carpinelo, obra de los Misioneros de la Divina Redención, en el municipio colombiano La Estrella. Allí debían rezar el rosario todos los días y acudir a la eucaristía, pero Mauricio reconoce que para él “la fe y Dios era una rutina más de las que debía cumplir en el internado”. Sí le impactó, relata, la historia del niño Santo Domingo Savio que el sacerdote director de la escuela alguna vez les leyó… “Era joven, niño, de nuestra edad, eso me cautivaba mucho; y él tenía una frase que decía: «prefiero morir antes que pecar». Me quedó grabado”.
Para su pesar, esa historia del niño santo no logró transformarlo y los fines de semana cuando llegaba a su casa comenzaba a desbordarse nuevamente: “Yo empecé a conocer las fiestas, la rumba, las mujeres, el perico (cocaína) se hizo más fuerte, yo salía del internado con deseo de mundo, de pecar, de mujeres y de fiestas” recuerda.
Lazos de Amor Mariano que sanan
Aunque no faltaron dificultades -como lograr la nulidad del matrimonio sacramental que ella había contraído a los 17 años-, conflictos, algunos quiebres temporales e infidelidades, al cabo de los años el amor generoso de su esposa y el ser padre, irían transformando el alma de Mauricio.
Vivían en Santa Marta y fue precisamente intentando sanar el vínculo entre ambos, que ella le propuso irse juntos “de vacaciones” … a un retiro espiritual que organizaba el movimiento Lazos de Amor Mariano. “Yo le decía: ‘está loca yo no me voy de vacaciones para irme a rezar’; no lo veía así… Por entonces era muy adicto a la pornografía, pasaba horas frente a una pantalla, una vida totalmente llena de complejos de inferioridad, llena de resentimiento contra todo el mundo y depresión. Poco tiempo después me entregaron un volante que ni siquiera miré; lo guardé en el bolsillo del pantalón y me fui para mi casa. Un mes después estaba organizando mi ropa, saqué un pantalón de mi closet y salió el volante. Decía: “Retiro espiritual, Lazos de Amor Mariano”, y tenía la fecha de ese fin de semana…”.
Sintiendo el peso en la conciencia por las veces que había rechazado la propuesta de su esposa se decidió a ir. Y llegó con su corazón “incrédulo”, cargando sus vicios dice, “queriendo racionalizar todo, no creía en lo sobrenatural, en lo divino, para mi eso era una locura”. Pronto conocería Mauricio, que Jesús vino para sanar a los enfermos, dar vista a los ciegos, expulsar demonios, liberar a los cautivos, hacer justicia al pobre, resucitar a los muertos y que su Madre allana el camino.
La Virgen María lo hizo todo
De aquel retiro providencial Mauricio recuerda un momento particular: estaban rezando el llamado ‘rosario peregrino’, caminando por la finca y en cierto momento les dieron una rosa invitándoles, dice, a pasar uno por uno a depositarla a los pies de una imagen de la Virgen. Al llegar su turno y observar la figura que representaba a la Inmaculada Madre de Dios, sintió más que nunca el peso de sus debilidades. “Y le dije: «Bueno, Virgen María, no puedes dejar que yo haya venido a este retiro y me vaya igual, tú sabes que necesito cambiar» … Luego se acercó una mujer, nos da un abrazo y unas palabras. Lo sentí como si fuera una mamá, como si fuera la Virgen María y, no entendía por qué, pero yo lloraba muchísimo, como en una película venían a mi mente todos los recuerdos del pasado. Entonces sentí una voz hablarme al corazón diciendo: «Te has pasado toda la vida quejándote, lamentándote por lo que no has tenido y no te has dado cuenta de cómo te he recompensado». Entonces reaccioné y cuando alzo la vista estaba delante mi esposa, con mis hijos, sonriendo”. Agradeció a Dios, confidencia Mauricio, al comprender que le había regalado un hogar, su familia.
“La Virgen María lo hizo todo, Ella fue cambiándome” prosigue con franqueza y refuerza esta convicción cuando reflexiona admirado de “cómo un hombre que fue adicto a la pornografía, a las prostitutas, que se mantenía metido en prostíbulos, que era infiel a mi esposa, cómo es posible que después de 20 años de adicciones en la impureza y en la lujuria pueda de un momento a otro empezar un proceso de castidad con la que es su mujer, renunciando a la pornografía, o sea eso no está en uno y esa gracia me convino con la consagración, enamorarme de la pureza y anhelarla”, afirma.
Mauricio es a la fecha el director del movimiento católico “Lazos de Amor Mariano” en la localidad de Santa Marta (Colombia). Fue precisamente a través de los grupos de oración del movimiento, relata, que fue reforzando su vida espiritual en un proceso que le llevó, apunta, a: «consagrarme a Jesús por María». Junto a su esposa e hijos mantienen las prácticas religiosas que alimentan su unión con el Señor y su devoción a la Virgen: “Rezamos el rosario en mi casa juntos en familia, leemos la Lectio divina y la oración del consagrado. Lo que más nos sostiene es la Eucaristía y el Rosario”, recomienda.