El Parlamento de Polonia ha aprobado tanto en la Cámara Baja como en el Senado sendas resoluciones sobre las celebraciones del tercer centenario de la coronación de la Virgen de Czestochowa como Reina de Polonia.
El catolicismo y el amor a María son parte integral de este pueblo eslavo que ha resistido las persecuciones y la opresión sin renunciar a su fe, que ha conformado la identidad nacional de Polonia.
De este modo, la Cámara Baja (Sejm) recordó en su escrito que la coronación de la imagen de la virgen Jasna Gora tuvo lugar el 8 de septiembre de 1717.
Asimismo, la cámara hizo hincapié en que esta celebración unió a todos “y se convirtió en una manifestación de la fe nacional” recalcando la “especial importancia de la devoción mariana para todo el país”.
«Memoria histórica»
Por su parte, el padre Marian Waligora, prior del santuario de Jasna Gora, que cuida a la Virgen desde hace 600 años, indicó tal y como recoge Radio Vaticano que “la memoria histórica del evento de 1717 traerá una contribución significativa a la propagación de las tradiciones patrióticas y religiosas polacas, constituyendo una lección del patrimonio histórico nacional y un importante apoyo educativo para las nuevas generaciones”.
El centro de investigación Pew Research Center informa que precisamente Polonia es el país más homogéneo en el aspecto religioso entre los estados de la Unión Europea en el que más del 70% de sus habitantes consideran la fe católica un importante criterio de de pertenencia nacional. Además, en este país la Iglesia Católica goza de una gran confianza entre la ciudadanía, más del 70%.
Polonia está unida a la historia de la imagen de la Virgen
Según informa Zenit, se calcula que cada año peregrinan hasta el santuario mariano más de 4 millones de personas. El lugar fue fundado por Luis I de Hungría y el príncipe Ladislao de Opole y el santuario está al cuidado, desde entonces, de la orden húngara de los paulinos. Según la tradición, esta imagen de la Virgen fue pintada por san Lucas el Evangelista. Aunque las investigaciones la datan en la época bizantina.
Así, cuenta la tradición que la imagen fue llevada por el emperador Constantino de Jerusalén a Constantinopla y fue depositada en el templo local. Seis siglos más tarde, el príncipe Ruteno Lev, encantado por la belleza de Nuestra Señora, quiso llevar la pintura a su país. Por ello, el emperador le regaló la pintura que desde entonces fue venerada en Rusia. Durante las guerras en Rusia protagonizadas por Casimiro el Grande, después continuadas por Luis de Hungría, la pintura fue escondida en el castillo de Bełż, Ucrania. Finalmente, en 1382 la pintura fue encontrada por el príncipe Ladislao de Opole, quien al haber vencido al enemigo la llevó a Częstochowa, para dejarla al cuidado de los monjes paulinos.
Fue en 1430, cuando durante la guerra de los Husitas, el icono fue profanado a golpe de espada, tanto que a día de hoy son todavía visibles las marcas en su rostro. En las primeras décadas del siglo XVII, para proteger el monasterio, se construyó una fortaleza. En 1655 resistió durante dos meses al asedio del ejército sueco.
En los años 1770 y 1771 fue invadida por tropas rusas y en 1809 resistió al asedio de los austriacos, pero cuatro años más tarde fue ocupado por el ejército ruso. En este periodo de guerras e invasiones en Europa, Polonia fue dividida por primera vez. Después de la segunda partición en 1793, Częstochowa fue tomada por los prusianos. En 1795, cuando Polonia fue partida por tercera vez entre tres invasores – Austria, Prusia y Rusia- Polonia desapareció del mapa de Europa por más de 120 años.
Y en este período tan trágico para la nación, Jasna Góra cumplió el papel de eslabón entre las tres partes separadas del país.
El 27 de julio de 1920, enfrentando la invasión del ejército bolchevique, el episcopado polaco reunido en Jasna Góra, proclamó a la Virgen María, Reina de Polonia. Cuando el ejército ruso se acercó a Varsovia en su victoriosa marcha, miles de polacos visitaron a su Reina para pedirle la victoria denominada como “el Milagro en el Río Vístula” que fue atribuido a la intervención de Santa María.