En su carta semanal para la última semana de Adviento («un domingo mariano… el domingo mariano por excelencia»), el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ha explicado la unidad en las devociones al Sagrado Corazón de Jesús y al Sagrado Corazón de María por la fidelidad de la Santísima Virgen a la voluntad de su Hijo: «En este Año jubilar del Corazón de Jesús, contemplemos una y otra vez esta sintonía de corazones: el Corazón de Jesús y el Corazón de María. El corazón de Jesús y el corazón de María laten al unísono. El corazón de María está abierto a la voluntad de Dios».
Monseñor Fernández puso dos ejemplos de lo que denomina «dos corazones sincronizados«: la Anunciación y el Calvario.
«Cuando recibe el anuncio del ángel de que va a ser madre de Dios», explica, la actitud de María en la Anunciación es «toda una actitud de ofrenda, de disponibilidad, de obediencia a los planes de Dios». Y, en efecto, «el Verbo se hizo carne en su seno virginal»: «Todo el mundo estuvo pendiente de ese sí de María», que abre «una fase nueva de la historia humana».
Eso se reiteró «en los momentos de dolor», y así, en el Calvario, «junto a la Cruz de Jesús estaba María acompañando y sosteniendo la ofrenda de Cristo al Padre. Ella participó de esa actitud en entrega generosa de sí misma, como lo hizo desde el principio, desde el anuncio del ángel».
«La sincronía de los corazones de Jesús y de María es asombrosa», explica Don Demetrio, porque hay «un instante cronológico [el de la Concepción Virginal tras al fiat] en el que ambos corazones han coincidido en la misma actitud, en el mismo sí… Dos corazones que laten al unísono, qué bonita convivencia».
Por eso ambos corazones son nuestros modelos: «Los unió Dios en su admirable plan de redención, no los separe el hombre con sus razonamientos y elucubraciones… El corazón de Cristo y el corazón de María son la mejor escuela de vida cristiana, por el camino de la obediencia«.