El fin de año de 2017, el 31 de diciembre, fue aún más especial para Ricardo Diniz, portugués de 40 años y popular navegante, aventurero y conferenciante de temas de superación y emprendeduría. Ese día, al finalizar el año, terminaba su solitario viaje por mar de 6.600 kilómetros, desde Peniche, en Portugal a San Salvador de Bahía, en Brasil.
Una imagen de la Virgen… y cien kilómetros a pie
El viaje empezó, de hecho, un mes y medio antes, el 15 de octubre en el santuario de Fátima. Allí, el rector del santuario mariano, Carlos Cabecinhas, entregó al aventurero una imagen de la Virgen de Fátima de buen tamaño, de 70 centímetros, réplica de la que se venera en la capilla de las apariciones. La imagen fue bendecida al final de la celebración de la misa dominical, en el Recinto de Oración.
El navegante la llevó a pie, caminando durante varios días, unos 100 kilómetros, hasta Peniche, en la costa portuguesa. Allí, en la rotonda de Nuestra Señora de Boa Viagem, lo recibió el padre Diogo Correia, y expuso la imagen a la veneración de los fieles unos días. Acudió a la misa de 11, llena de niños asombrados por la aventura que esperaba al navegante. Después, Diniz se hizo a la mar entre aplausos con su bote cubierto de flores, con el que lleva 6 años compartiendo aventuras. Viajaba sólo él, con su gata y la imagen de la Virgen.
«Fe, paz y amor»… y la conexión Fátima-Aparecida
En el barco se leía el lema de su viaje en inglés y portugués, concentrado en tres palabras: «Fe, paz, amor». Toda la aventura se enmarca en el doble aniversario mariano de 2017: el siglo de las apariciones de Fátima y los tres siglos del hallazgo de la Virgen de Aparecida, patrona de Brasil. Para remarcar la importancia de este lema, el barco no llevaba ningún logo ni marca comercial de otros patrocinadores o mecenas del viaje.
Con el obispo y los fieles de Cabo Verde
El aventurero se detuvo brevemente en Lanzarote. Después de unos días llegó a las Islas de Cabo Verde, donde se habla portugués, por invitación del obispo de Mindelo, Ildo Fortes. Allí asistió a misa y a la veneración de la imagen por la población en la iglesia de San Vicente el 14 de diciembre. Se encontró también con unos viejos amigos. «Caminamos, cantamos, rezamos. ¡Qué momentos tan bonitos e inolvidables!», escribió en su blog.
Escribió desde Cabo Verde en su cuenta de Facebook, que funcionaba como diario del viaje: «Rezaron por mí y por un buen viaje. Yo estaba muy emocionado. Cuando la misa terminó, docenas de personas continuaron en la iglesia e hicieron cola para hacerse fotos u orar junto a la imagen de Nuestra Señora. Allí se quedaban, largos minutos en sus oraciones. Una señora ya anciana pasó por mí, sostuvo mis manos con las suyas y me dijo simplemente: «estamos todos tan agradecidos por esta bendición de traernos a Nuestra Señora». Son momentos y emociones que no se olvidan».
Delfines, peces voladores y puestas de sol
El viaje continuó, racionando el agua, hasta Brasil, acompañado de delfines, de algunos peces voladores y de impresionantes puestas de sol dando testimonio de la grandeza y hermosura de la Creación de Dios.
Una vez en Salvador de Bahía, recorridos los 6.600 kilómetros de su odisea solitaria, después de un descanso, este miércoles 3 de enero la imagen es llevada, en procesión, a la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima-Stella Maris, donde permanecerá. Los parroquianos que recen ante ella, especialmente los ligados al mundo de la mar, probablemente recordarán las aventuras que ha recorrido esta imagen cruzando el Atlántico en un bote.
En el vídeo, de abril de 2017, el aventurero hace bendecir su barco en Portugal por un sacerdote
María, Reina de las Familias, ruega por nosotros