El diminuto país de Andorra, con 77.000 habitantes, encajado entre Francia y España, ha celebrado este 8 de octubre el centenario de la Coronación de la su patrona, la Virgen de Meritxell, acontecimiento que dio origen a su actual himno nacional, ‘El gran Carlomagno’, que también cumple, por lo tanto, cien años.
En el himno, habla la tierra andorrana, que se declara hija de «Meritxell la Gran Madre» (la Virgen) y de Carlomagno.
Hay en el mundo varios himnos nacionales que mencionan a Dios (incluyendo los de regímenes laicistas como Francia, Turquía, México, y los de EEUU, Canadá, Malta, India, Sudáfrica, Italia, Noruega, Suecia, etc…), pero parece casi seguro que Andorra tiene el único himno nacional que menciona a la Virgen María.
La letra la compuso el obispo valenciano Juan Bautista Benlloch y Vivó, que fue obispo de Urgel de 1906 a 1919, y luego cardenal y arzobispo de Burgos.
El texto lo compuso antes de ir a Burgos, pero no se estrenó oficialmente hasta esa coronación, cuando además pasó a ser himno nacional. La música la puso el sacerdote andorrano y maestro de capilla en La Seu d’Urgell Enric Marfany i Gosset.
La versión en español dice:
El gran Carlomagno, mi padre, me liberó de los árabes,
Y del cielo vida me dio, de Meritxell, la gran Madre,
Princesa nací y heredera, entre dos naciones, neutral
Soy la única hija que queda del Imperio Carolingio.
Creyente y libre once siglos; creyente y libre quiero ser.
¡Sean los fueros mis tutores y mis Príncipes defensores!
¡Y mis Príncipes defensores!
La imagen de la Virgen de Meritxell es una talla románica del siglo XII, policromada, de las llamadas «de mano grande», porque su mano desproporcionada busca bendecir a los fieles, sus hijos. La talla actual es una réplica: la verdadera desapareció en 1972 durante un incendio.
«Santa María vela desde los Pirineos»
Con motivo de esta festividad, el arzobispo de Urgel, Joan-Enric Vives ha recordado la significación mariana de la fecha, que coincide con la fiesta de la Natividad de María, «que en Urgell con la Virgen de Nuria, y en Andorra con la Virgen de Meritxell, extienden su patronazgo y protección sobre toda la Diócesis de Urgell y sobre el Principado de Andorra. Santa María vela por nosotros desde los Pirineos, y no nos deja nunca. También en tiempos de pandemia o de crisis podemos confiar totalmente en Ella, que quiere la fraternidad de todos y nuestra fidelidad a Jesús y a su Evangelio», exhortó el obispo.
«El 8 de septiembre de 1921, hace cien años, el Cardenal de Tarragona Francesc Vidal y Barraquer, con su amigo nuestro Obispo de Urgell y Príncipe de los Valles de Andorra Mons. Justí Guitart, coronaron canónicamente la imagen de Jesús y de María en Meritxell. El Síndic general M.I. Sr. Josep Gresa se había dirigido al pueblo andorrano meses antes, en noviembre de 1920, para decirles que «el amor a María, elevando y transfigurando el amor al país, ha formado con ambos una especie de patriotismo sobrenatural». Los ciudadanos respondieron a la invitación de su Síndic con una colecta de joyas para que el orfebre Joaquim Cabot de Barcelona fabricara la corona para la Virgen de Meritxell. El Consell general proclamaba: «Por patrona os aclama el Consell con gran amor, pues sois de Andorra el tesoro». De eso hace un siglo», detalla el arzobispo Vives.
Las coronaciones marianas, explicadas
Después, el prelado explica el sentido y origen de las coronaciones de imágenes marianas.
«Las primeras coronaciones canónicas se remontan al siglo XVII, y no fueron incorporadas definitivamente al conjunto de las celebraciones litúrgicas hasta el siglo XIX. Este acto quiere subrayar la devoción por la Virgen, y consiste en la imposición de una corona -o coronas, si la imagen de la Virgen lleva también la del Niño- en el icono o imagen. Y siempre hay que subrayar la relación entre la corona y la conversión y la vida de fe de los fieles», recuerda.
«Se celebra que la Virgen María es reina del Pueblo de Dios, y por eso es invocada y tenida por el pueblo como su Reina y Señora, ya que es Madre del Hijo de Dios, Jesucristo, el Verbo encarnado, aquel que «reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin» (Lc 1,33). Se pone de relieve el genuino culto litúrgico y el activo apostolado cristiano», añade.
«Todos los fieles debemos entender que la verdadera corona de la Virgen somos nosotros mismos, y que la corona y las piedras preciosas que la pueden adornar son los frutos de una vida de fe, que se expresa en la caridad. En Meritxell ha habido muchas iniciativas de servicio y de caridad, de fe y de unión de todas las Parroquias del país», insiste el prelado.
«Pensemos en lo que se pide en la oración de la coronación: “Mira, Señor, benignamente a esos tus siervos que, al ceñir con una corona visible la imagen de la Madre de tu Hijo, reconocen en tu Hijo al Rey del universo e invocan como Reina a la Virgen María. Haz que, siguiendo su ejemplo, te consagren su vida y, cumpliendo la ley del amor, se sirvan mutuamente con diligencia; que se nieguen a sí mismos y con entrega generosa ganen para ti a sus hermanos; que, buscando la humildad en la tierra, sean un día elevados a las alturas del cielo, donde tú mismo pones sobre la cabeza de tus fieles la corona de la vida»», finaliza su carta con motivo del centenario.
Misa de centenario
El 8 de septiembre, fiesta de Meritxell y de la Natividad de la Virgen, el obispo celebró la misa llevando el mismo báculo que llevó el obispo de la época, Justí Guitart, en 1921. La corona centenaria se puso a los pies de la Virgen. El oficio solemne finalizó con el canto de ‘El Gran Carlemany’.
Misa de centenario de coronación de la Virgen de Meritxell; en el minuto 10 el arzobispo Vives dice, con humor: «Deberíamos cantar el himno bien cantado, si puede ser»