El 25 de marzo de 1984 el Papa consagró el mundo en Fátima al Inmaculado Corazón de María. Treinta años después el texto que leyó parece aún más necesario y apremiante, sobre todo en su llamada a la conversión a Dios de todas las mentes y corazones.
El 25 de marzo de 1984 el Papa consagró el mundo en Fátima al Inmaculado Corazón de María. Treinta años después el texto que leyó parece aún más necesario y apremiante, sobre todo en su llamada a la conversión a Dios de todas las mentes y corazones.