A mediados del siglo XVI, el franciscano Francisco Landa fundó en la península de Yucatán un inmenso convento dedicado a San Antonio de Padua. Además de tener el segundo atrio más grande del mundo después de San Pedro, fue durante décadas el centro de evangelización de la península. Tanto que los especialistas afirman que “Yucatán se convirtió en un baluarte franciscano consagrado a María”.
De todas las advocaciones de la zona, “Mama Linda” fue y sigue siendo una de las más queridas, milagrosa y elegida como protectora y patrona.
Ídolos que «se alimentaban» de corazones y cabezas
Hasta la llegada de los evangelizadores españoles, la ciudad de Izamal en Yucatán era la capital religiosa y sacerdotal del poderoso Imperio Maya. Había sido la sede del culto de Itzamna, Kinich-Kakmo o Chaac, grandes deidades de los cielos, del sol y de la lluvia para los mayas.
En estos centros, eran frecuentes los sacrificios humanos rituales. De hecho, los habitantes de Izamal creían que a través de la pirámide, Kinich descendía en forma de guacamaya para purificar los sacrificios ofrecidos.
Según la última investigación de los especialistas en sacrificios prehispánicos Vera Tiesler y Guilhem Olivier, “se ofrecían corazones y sangre” extraídos mediante salvajes procedimientos “como alimento a las deidades que representaban al Sol y la Tierra en reconocimiento de sus sacrificios durante la creación del universo”.
Los mayas creían que los dioses descendían por las pirámides para alimentarse de los sacrificios.
La Virgen de Izamal se impuso a los sacrificios
Con la llegada de evangelizadores y conquistadores, la mayoría de templos fueron derruidos, y el de Pap-Hol-Chac en Izamal no fue una excepción. En su lugar, el fraile franciscano Fray Diego de Landa edificó con los escombros del templo el convento de San Antonio de Padúa “para que un lugar que había sido de abominación e idolatría se convirtiese en uno de santidad”.
Además, el franciscano encargó la talla de dos imágenes de la Virgen, una de las cuales sería venerada y daría nombre a la Iglesia del convento como “Nuestra Señora de Izamal”.
La primera devoción mariana de Yucatán
La especialista Bertha Mercedes Pascacio explica en “Mama Linda”: Reina y patrona de Yucatán, que desde aquel momento, la Virgen de Izamal fue conocida popularmente como la “Mama Linda”. Nuestra Señora de Izamal se convirtió así en la primera devoción mariana de Yucatán, “la virgen a la que durante más de dos siglos los mayas rindieron devoción y respeto”.
El templo de Pap-Hol-Chac no fue el único que conquistó la “Mama Linda”. Como recoge Pascacio, el viajero Ludovic Chambon fue testigo en 1890 de como un grupo de indios llevó en procesión e instaló a la Virgen tras subir “las escaleras de la vieja pirámide hasta la pequeña iglesia de Aké, que tomó el lugar del antiguo templo de Kukulkán”. La caja se abrió y todos los indígenas la veneraron: “Nada era tan curioso como ver a los bebés indígenas desnudos levantados por las mujeres besando el vestido de la Virgen”, menciona Chambon.
La Virgen de Izamal ocupó varios templos dedicados a deidades mayas, como este dedicado a Kukulkán.
Una virgen querida por todos
Nada más llegar la virgen a Izamal, motivó una gran devoción entre los habitantes, surgiendo un culto multitudinario en el que eran frecuentes las procesiones y peregrinaciones a las que asistían gentes de todos los grupos étnicos, clases y regiones. Se convirtió en una madre querida por todos, hispanos y nativos de toda condición social, por lo que fue bautizada popularmente como “Mama Linda”
4 milagros de la Virgen de Izamal
La Virgen de Izamal es una de las más populares de Yucatán. En 1638, el secular Francisco de Cardenas escribió que “su antigüedad de 80 años se hace más venerable con los milagros”, y los historiadores parecen confirmarlo.
No pudieron levantarla entre 12 hombres
En 1588, Fray Landa se trasladó a Guatemala para encargar a Fray Juan de Aguirre la talla de una Virgen para el monasterio de Izamal. La que sería la Virgen de Izamal comenzó a manifestar su predilección por sus hijos de Yucatán, especialmente por los indígenas. Mientras la caravana avanzaba por el pueblo de Valladolid, un grupo de viandantes exigieron dejar la talla en el pueblo. Cuando fueron a coger el recipiente de la escultura, se volvió tan pesado que no pudieron levantarlo entre 12 hombres, que comprendieron que la imagen de la Virgen debía trasladarse a Izamal.
La lluvia no mojaba a sus portadores
Durante el viaje de vuelta, los historiadores relatan que pese a las frecuentes lluvias de la zona, “el área que rodeaba a los portadores de la Virgen y su carga permaneció siempre seca” hasta el lugar de destino.
Rescató un marinero náufrago
En 1602, el Dean Pedro Sánchez de Aguilar afirmó que siempre veneraría a la Virgen del convento de Izamal por “los milagros que conmigo usó en el viaje que hice a España en el año 1602, trayéndome a salvo en una nao vieja y rota”.
Salvó pueblos de plagas y pandemias
En 1648, una terrible peste asoló la península de Yucatán, y los habitantes se acogieron a la intercesión de Nuestra Señora de Izamal, consagrándole la provincia como su patrona especial contra las epidemias, enfermedades y calamidades. La peste remitió de inmediato, y la devoción popular lo atribuyó a la intercesión de la advocación mariana.
Episodios similares ocurrieron a finales del siglo XVII y en 1730, cuando dos nuevas epidemias y plagas de langostas asolaron la ciudad de Campeche y Mérida. Sus habitantes pidieron que la imagen de la Virgen fuese trasladada a la ciudad para rezar una novena por su intercesión. En ambas ocasiones, Mama Linda acudió en su ayuda y las epidemias remitieron, y la «Mama Linda» fue nombrada reina y gobernadora de Yucatán.
Retrato anónimo de la Virgen de Izamal de 1769.
Repuesta tras un incendio por devoción popular
Debido a un incendio producido el viernes santo de 1829, la imagen de la «Mama Linda» quedó reducida a cenizas. Era tal la devoción que generaba entre la población que pocos días después, el gobierno eclesiástico de Yucatán destinó dinero para reponer la figura “con otra de igual o mejor escultura”.
Sin embargo, fray Diego de Landa había encargado la escultura de dos imágenes en lugar de una, y resultaron ser tan semejantes que “parecían gemelas las dos hermanas”, y la segunda de ellas se quedó en Yucatán para el disfrute y veneración de sus fieles.
Reportaje en el santuario de la Virgen de Izamal, la «Mama Linda».