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La condesa Marianna que fundó una ciudad de María en Pompeya: devoción y frutos sociales

En la nueva Pompeya proyectan la imagen de la condesa Marianna su fundadora, se cumplen cien años de su muerte

En la nueva Pompeya proyectan la imagen de la condesa Marianna su fundadora, se cumplen cien años de su muerte

El beato Bartolo Longo es conocido como fundador del popular Santuario de la Virgen en Pompeya (https://www.santuario.it), converso tras ser durante unos años un anticlerical feroz, y un gran promotor del Rosario en el siglo XIX. Todo eso es cierto, pero en el Santuario de Pompeya quieren fomentar también la figura de su esposa, la condesa Marianna Farnararo, cofundadora del Santuario y una figura de gran santidad y devoción mariana que brilla con luz propia.

La presentan como fundadora de una «ciudad de María», refiriéndose a que el santuario y sus obras de caridad anexas -talleres, orfanato…- revitalizaron una zona rural muy pobre y surgió una ciudad que hoy tiene 25.000 habitantes.

Los contemporáneos describían a Marianna Farnararo como una mujer decidida, racional, valiente, autoritaria y rigurosa. El 9 de febrero se ha celebrado el centenario de su muerte.

Con motivo del aniversario, tuvo lugar una misa solemne presidida por Tommaso Caputo, arzobispo de Pompeya. En estas fechas, la biógrafa Ada Ignazzi, que ya publicó un libro sobre Marianna Farnararo en 2004, es comisaria y promotora de una exposición fotográfica que recoge su figura titulada «Una página de historia entre Pompeya y Monopoli». También estuvo presente el obispo de Conversano-Monopoli, Giuseppe Favale, que el 8 de mayo, según anunció monseñor Caputo, estará en Pompeya para presidir la celebración eucarística y el rezo de la Súplica en la plaza.

Casada a los 16 años, 5 hijos, viuda a los 27

Marianna Farnararo nació en 1836. Su padre murió cuando ella tenía 10 años. Se educó en una escuela religiosa que la formó con fuerte conciencia social. A los 16 años se casó con el conde Albencio De Fusco di Lettere. Tuvieron 5 hijos pero tras 12 años de matrimonio ella quedó viuda a los 27 años.

Marianna Farnararo y Bartolo Longo, recordados como fundadores de la nueva Pompeya
Marianna Farnararo y Bartolo Longo, recordados como fundadores de la nueva Pompeya

Entre las propiedades que heredó estaba el Valle de Pompeya, cuya gestión encargó al entonces joven abogado Bartolo Longo. Quien les había reunido era Santa Caterina Volpicelli (1839-1894), fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón, que involucró a ambos en sus obras de caridad. De hecho, Marianna y Bartolo se conocieron en la casa de Caterina Volpicelli, donde vivía la condesa viuda.

En 1872, visitando el Valle de Pompeya y sus arrendadores, Bartolo Longo notó su estado de abandono, la pobreza de sus mil habitantes y la parroquia (que era del siglo XI) casi en ruinas. Paseando por el Valle, Longo sintió una voz misteriosa que le decía: «Si propagas el Rosario, serás salvo» y de inmediato escuchó el eco de una campana lejana que llamaba a rezar el Ángelus del mediodía. Se arrodilló, rezó, y sintió una paz interior distinta a todo lo que había vivido antes. Surgió en él la idea de una comunidad de personas que rezaran el Rosario en ese lugar abandonado.

Bartolo y la condesa viuda se volcaron entonces en apoyar a sus campesinos y difundir entre ellos el Rosario y la devoción a la Virgen. El 13 de febrero de 1876 hizo exponer un cuadro de la Virgen del Rosario, y ya suscitó un primer milagro, la curación de una mujer con epilepsia que había sido diagnosticada como incurable. Era el primer milagro mariano de una larga serie que se recuerdan en el santuario de Pompeya, que al difundirse generaban nuevos donativos para la construcción del templo grande que empezó ese mismo año. El arquitecto Antonio Cua ofreció gratuitamente dirigir el proyecto y los trabajos de la nueva iglesia.

Devoción al Rosario y miles de peregrinos

Al año siguiente, 1877 Bartolo Longo escribió y popularizó la Práctica de los Quince Sábados. Dos años más tarde, curado de una grave enfermedad después de recitar la Novena que había compuesto, hizo 900 ediciones en 22 idiomas. Otra fecha mariana importante se dio en octubre de 1883, cuando veinte mil peregrinos en Pompeya, recitaron, por primera vez, la Súplica a la Virgen del Rosario. Era un texto que Longo había escrito inspirado por la encíclica Supremi Apostolatus Officio, en la que el Papa León XIII decía que el Rosario era la forma de enfrentar los grandes males sociales.

Marianna convenció a muchos amigos de la nobleza napolitana para que ofrecieran pequeños pero constantes donativos para construir lo que sería el santuario de Pompeya, y ella misma volcó su dinero allí. La condesa también fundó un orfanato femenino en 1887.

También impulsaron una estación de ferrocarril y diversas escuelas de artes y oficios para los hijos de presos y huérfanos: carpintería, tipografía y encuadernación, la autoescuela… por ellas pasaron 60.000 niños pobres. El matrimonio también fundó las Hermanas Dominicas del Santo Rosario de Pompeya, la única congregación que debe sus orígenes a dos cónyuges.

La condesa Marianna con las niñas del orfanato femenino que fundó

En 1885, por consejo del Papa León XIII, y para evitar habladurías, se casaron, aunque parece que con la firme convicción de mantener una amistad fraterna, no sexual. Durante 50 años perseveraron, afincados en Pompeya, en su tarea de servicio a los pobres y a la devoción mariana.

Las diversas obras creadas por los esposos Longo contaron siempre con un compromiso directo y particular de Marianna Farnararo, resumido en su «Pro Memoria – Notas sobre los orígenes del Santuario de Pompeya». Ella murió en Pompeya el 9 de febrero de 1924. Bartolo viviría apenas un par de años después, completamente pobre, pero habiendo logrado que los bienes del matrimonio se mantuvieran sirviendo a las muchas obras de caridad emprendidas.

Un artículo reciente en Avvenire, el periódico propiedad de los obispos italianos, considera que gran parte de la fe y santidad que irradiaba Marianna Farnararo era un eco de su trato con Caterina Volpicelli, que había sido su amiga cercana e incluso compañera de habitación.

El arzobispo prelado de Pompeya, Tommaso Caputo, explica que la condesa «no sólo contribuyó a la fundación del Santuario, sino que formó parte de él. Una parte viva y sustancial, realizada en los dos ámbitos esenciales: la oración y la implicación plena en la gran obra de las Obras inmediatamente inauguradas por Bartolo Longo. Esta unión representa también hoy una admirable pieza del milagro de la ‘ciudad de María'».

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