Una buena parte de los sacerdotes han optado por imponer a sus fieles la Comunión en la mano, siguiendo directrices de sus obispos.
Cada diócesis ha establecido unas normas diferentes. En el caso de España, y por citar ejemplos de cada una de las opciones posibles: la diócesis de Getafe respeta la libertad de comulgar en la boca; en la archidiócesis de Madrid «se recomienda comulgar en la mano» (lo cual muchos sacerdotes han interpretado como una orden que se aplica incluso en comunidades donde casi nadie lo hacía); y la diócesis de Teruel obliga a ello, con la instrucción de «solo dar la comunión en la mano» porque «en la boca supone un riesgo para los demás» y por tanto «es un acto de caridad hacerlo en la mano».
Un riesgo equiparable
¿Está justificada la afirmación de que la comunión en la boca supone un riesgo de contagio mayor que la comunión en la mano?
En ausencia de casi imposibles estudios clínicos sobre ello, a principios de marzo, y antes de tomar una decisión, el obispo de Portland (Estados Unidos) consultó a dos médicos, uno de ellos especialista en inmunología del estado de Oregón.
«Ambos concordaron», comunicó la diócesis, «en que, realizada adecuadamente, la recepción de la Santa Comunión en la lengua o en la mano plantea un riesgo aproxidamente igual. El riesgo de tocar la lengua y pasar la saliva a otros es, obviamente, un peligro; sin embargo, la posibilidad de tocar la mano es igualmente probable y las manos tienen una mayor exposición a los gérmenes».
En consecuencia, monseñor Alexander Sample ordenó permitir ambas formas.
Sometiendo conciencias
Numerosos fieles comulgan exclusivamente en la boca, ya sea porque esa es la norma de la Iglesia (la posibilidad de comulgar en la mano está concedida solo como excepción sometida a autorización expresa), ya sea por entenderlo más respetuoso y reverente hacia la Presencia Real de Jesucristo incluso en las más mínimas partículas que puedan desprenderse de la Sagrada Forma.
Ahora esos fieles, en la práctica, han sido forzados por muchos de sus sacerdotes a comulgar en la mano, so pena de no comulgar. «Recomendar» la comunión en la mano (en carteles a la puerta o desde el micrófono) alegando razones sanitarias señala a quien solicite hacerlo en la boca como un agente activo de la pandemia. Se ha convertido así en una barrera psicológica insuperable para numerosos católicos, sometiendo su conciencia hasta la claudicación, u obligándoles a la búsqueda no siempre fácil de alternativas o a verse privados del sustento del Sacramento.
Cardenal Sarah: los fieles son libres de comulgar en la boca
Esta situación provoca el rechazo del cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, quien, preguntado por esta cuestión en una entrevista de La Nuova Bussola Quotidiana, afirmó que «existe una regla en la Iglesia que debe respetarse: los fieles son libres de recibir la Comunión en la boca o en la mano«.
El prelado guineano hacía referencia a la vigente instrucción Redemptionis Sacramentum que dio su predecesor, el cardenal Francis Arinze, en 2004, y según la cual «todo fiel tiene siempre derecho a elegir si desea recibir la sagrada Comunión en la boca» (nº 92).
Extravagantes protocolos
Pero la «nueva normalidad» no solamente ha afectado a esta cuestión. También a la «creatividad» con la que, tras el confinamiento, se rodea en algunos casos la administración del Sacramento, con complicados protocolos y extravagantes medidas higiénicas que no se aplican para ninguna otra circunstancia de la vida social, y que, además, pueden incurrir en lo que el propio cardenal Sarah no ha dudado en calificar como «profanación«.
La Eucaristía, dijo, «es un regalo que recibimos gratuitamente de Dios y que debemos recibir con veneración y amor. El Señor es una persona, nadie daría la bienvenida a la persona que ama en una bolsa o de otra manera indigna. La respuesta a la privación de la Eucaristía no puede ser profanación. Esto realmente es una cuestión de fe, si lo creemos no podemos tratarlo indignamente… La Eucaristía debe ser tratada con fe, no podemos tratarla como un objeto trivial, no estamos en el supermercado. Es totalmente una locura«.
Cardenal Burke: distorsiones que no pueden permitirse
En el mismo sentido se pronunció el cardenal Raymond Burke, antiguo prefecto del Tribunal de la Signatura Apostólica, en una entrevista de Catholic Action: «Tenemos que comprender que es Cristo quien actúa [en la Eucaristía]. No es algo que nosotros hayamos inventado, no podemos manipular lo sagrado para adaptarlo a nuestras circunstancias«, dijo Burke.
Mencionó casos de sacerdotes que han dado la comunión en un sobre a unos padres para que se la lleven a sus hijos a casa, o lo que se ha hecho en algunas iglesias de Italia y Alemania, en las que se dejan las formas en una mesa en una bolsita de plástico para que los fieles vayan a recogerlas y comulguen directamente de ellas: «Son distorsiones del signo sacramental. Sencillamente, no pueden ser permitidas«.
El objetivo de Satanás
Pero el caso es que lo son, aunque eso no es nuevo ni se debe solamente a la pandemia. Hace dos años, el cardenal Sarah ya advertía de que «el más insidioso ataque diabólico consiste en intentar que se apague la fe en la Eucaristía, sembrando errores y favoreciendo un modo inapropiado de recibirla. Verdaderamente, la guerra entre San Miguel y sus ángeles por una parte, y Lucifer por otra, continúa en el corazón de los fieles: el objetivo de Satanás es el Sacrificio de la Misa y la Presencia Real de Jesús en la Hostia consagrada».