CariFilii publica este artículo de GerminansGerminabit sobre la devoción a la Virgen de la Merced por su interés para entender el origen y los retos actuales de esta advocación.
Estamos en el siglo XIII. Aún no ha terminado el choque de civilizaciones (musulmana y cristiana). Las órdenes de caballería tienen un gran protagonismo. Las guerras (estamos en plenas Cruzadas) producen un considerable número de prisioneros que retendrán los musulmanes en cautiverio.
Pero no son sólo los cautivos de guerra, están también los que produce la piratería. Para los moros es un gran negocio piratear el Mediterráneo y abordar sobre todo los barcos mercantes que lo surcan; y hacer razias en sus costas para capturar prisioneros: que retienen en calidad de esclavos (trabajando) o de cautivos bien conservados (sin trabajar por tanto) para obtener de ellos un buen rescate.
En esta situación, era inevitable una intensa actividad orientada a redimir a estos cautivos. Y había un profundo motivo religioso: evitar que éstos perdieran la fe a manos de sus “amos”.
En este sentido era inevitable que se produjese un gran movimiento de solidaridad de los cristianos para rescatar a cualquier precio a los hermanos en la fe cautivos de los sarracenos. Es ahí donde se enmarca la advocación de la Virgen cuya fiesta celebramos en Barcelona, por ser su patrona.
La Virgen de la Merced está vinculada a la fundación de la Orden militar del mismo nombre, cuyo objetivo era la redención de los cautivos.
Arranca la historia el año 1218, cuando la Virgen se apareció a san Pedro Nolasco, un comerciante que había vendido cuanto poseía y lo dedicó al rescate de cristianos cautivos.
Una vez agotados sus recursos en la redención de más de 300 cautivos, pensó en retirarse a la vida eremítica.
Pero la Virgen le dijo en su aparición que debía fundar una orden religiosa dedicada a continuar tan piadosa obra.
Cuando fue a comunicárselo al canónigo de Barcelona Ramón de Peñafort, resultó que había recibido también él ese mismo encargo de la Virgen en una aparición.
Y cuando decididos ambos acudieron al rey D. Jaime I a pedirle autorización, pues se trataba de fundar una orden militar, manifestó el rey que también él había recibido ese encargo en otra aparición de la Virgen.
Siendo pues tan clara la voluntad del cielo, el 10 de agosto de ese mismo año fundaron con gran solemnidad, en la catedral de Barcelona, la Orden de la Virgen María de la Merced de los cautivos cristianos, que inició de inmediato su andadura contando para su piadosa actividad con la incorporación de gran número de caballeros a la orden, y con generosas aportaciones económicas.
A partir de la fundación de la Orden, se inició el culto a la Virgen de la Merced, bajo cuya protección se pusieron los cautivos.
Hasta el 1317 se mantuvo el carácter militar de la Orden de los Mercedarios, que se convirtió en exclusivamente clerical, renunciando por tanto los frailes a las soluciones militares y a la violencia para arrancar a los cautivos de las manos de los sarracenos.
La negociación, las transacciones, el intercambio, el rescate y la protección de Santa María de la Misericordia o Merced de los Cautivos (que éste fue inicialmente su nombre) vino a ser el nuevo bagaje para cumplir su misión: y a fe que fueron espléndidos los resultados. Hasta finales del siglo XVIII, la Orden consiguió la liberación de medio millón de cautivos, con una inversión de 2.000 millones de pesetas. Un esfuerzo extraordinario.
El más importante centro de culto de esta advocación de la Virgen fue y sigue siendo la basílica de la Merced de Barcelona, de cuya ciudad es Patrona.
Cartel laicista oficial del Ayuntamiento de Barcelona (gobernado por CiU) que oculta el nombre y la imagen de la Virgen para las fiestas de la patrona
A partir de ahí se extendió el culto por todo el orbe católico, en especial en las Américas (consúltese en la Wikipedia el artículo “Virgen de la Merced” en la sección “Patronazgos”).
Fue tal el prestigio de la acción que llevaron a cabo los mercedarios bajo la protección de la Virgen de la Merced y el agradecimiento que suscitó, que se forjó el nombre de Mercedes como uno de los más estimados nombres de mujer para recordar la liberación de los cautivos, y pronto se extendió por toda España, donde a diferencia de Cataluña, que empleó el singular, se prefirió su forma plural “Mercedes”, con la variante de “María de las Mercedes”. La primera esposa de Alfonso XII llevó este nombre. Su muerte prematura a los 18 años (1860-78) la convirtió en leyenda, dando de ese modo mayor realce al nombre. La hija del siguiente matrimonio del rey se llamó también María de las Mercedes (1880-1904).
Pero curiosamente lo que ha hecho más célebre este nombre en todo el mundo, fue la idea del señor Benz, un enamorado de España, que se enamoró también de este nombre y se lo puso a su hija. Y en su honor bautizó con este nombre el mejor modelo de automóvil que fue capaz de construir.
Tan extraordinario fue, que eclipsó todos los otros modelos, y hasta a la misma firma, que el público rebautizó con el nombre de "Mercedes".
Es una lástima que la ciudad de Barcelona, en su enfermizo afán laicista haya ocultado hasta el ridículo la belleza del nombre de su patrona, la “Mare de Déu de la Mercè”, y lo haya dejado en “Mercè”, que es como nombra sus fiestas patronales, dejando en la sombra tanto el nombre como la imagen de la Virgen.