Este domingo 28 de enero el Papa Francisco acudió a la basílica mayor de Santa María la Mayor para celebrar la fiesta romana de la Traslación del icono de la Salus Populi Romani (Protectora del Pueblo Romano), a la que el Papa acude a rezar antes y después de sus viajes internacionales.
El Papa Francisco presidió allí la misa destacó la importancia de la Virgen María para el cristiano. Recordó que fue el mismo Jesús quien, sobre la cruz, dio a María a los discípulos como Madre y que, por lo tanto, el camino del cristiano debe sostenerse en ella porque “es un gran peligro para la fe vivir sin Madre”.
En la homilía, el Pontífice reflexionó sobre las palabras de la antífona mariana más antigua que se reza en la Iglesia: “Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches nuestras súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!”.
El Papa exhortó, según recoge Aciprensa, a acudir a la Virgen en los momentos de peligro. “En los momentos turbulentos necesitamos acogernos bajo el manto de la Santa Madre de Dios”, afirmó.
«Acogerse bajo el manto»
En este sentido, explicó que la expresión “acogerse bajo el manto”, utilizada con frecuencia en la Iglesia, tiene un bello sentido histórico y cultural. Señaló que “durante mucho tiempo, los perseguidos y necesitados buscaban refugio junto a las mujeres nobles de alta clase social: cuando sus mantos, que se consideraban inviolables, se tendían en signo de acogida, significaba que habían concedido su protección”.
Del mismo modo “así es para nosotros respecto a la Virgen, la más alta mujer del género humano. Su manto siempre permanece abierto para acogernos y protegernos”.
“La Madre –destacó– custodia la fe, protege las relaciones, salva en la intemperie y preserva del mal. Allí donde la Virgen habita, el diablo no entra en esa casa. Donde está la Madre, la perturbación no prevalece, el miedo no vence”.
No deseches nuestras súplicas
“Cuando nosotros suplicamos a María, María suplica por nosotros”, aseguró Francisco. El Santo Padre destacó el título que la tradición cristiana oriental griega dedica a la Virgen: “Grigorusa, ‘aquella que intercede rápidamente’”.
“La Virgen no se retrasa, lleva rápidamente hasta Jesús las necesidades concretas de la gente, como en las Bodas de Caná: ‘No tienen vino’. Así hace cada vez que la invocamos: cuando nos falta la esperanza, cuando nos falta la alegría, cuando se nos han agotado las fuerzas, cuando se apaga la estrella de la vida, la Madre interviene”.
Porque María “permanece atenta a las fatigas, sensible a las turbulencias, cercana al corazón. Y nunca, nunca desprecia nuestras oraciones, no deja ninguna atrás. Es Madre, no se avergüenza nunca de nosotros, sólo se preocupa de poder ayudar a sus hijos”.
Líbranos de todo peligro
El Papa recordó que “el Señor mismo sabe que necesitamos refugio y protección en medio de tantos peligros. Por ello, en el momento más alto, sobre la cruz, dijo a su discípulo amado, y a cada discípulo: ‘Ahí tienes a tu Madre’. La Madre no es una opción, es el testamento de Cristo. Y nosotros tenemos necesidad de ella”.
Además, advirtió que “es un gran peligro para la fe vivir sin Madre, sin protección, dejándonos llevar por la vida como una hoja en el viento. El Señor lo sabe y nos pide que acojamos a la Madre. No es una etiqueta espiritual, es una necesidad de vida. Amarla no es poesía, es saber vivir. Porque sin Madre, no podemos ser hijos. Y nosotros, antes que nada, somos hijos, hijos amados, que tienen en Dios a su Padre, y en la Virgen a su Madre”.
El Pontífice concluyó afirmando que “si no la seguimos, vamos fuera del camino, porque es una señal de la vida espiritual. ¿Quién mejor que ella puede acompañarnos en el camino?”.
María, Reina de las familias, ruega por nosotros