Atributos

LOS DOGMAS MARIANOS

Los dogmas son luces en el camino de nuestra fe, lo iluminan y lo hacen seguro.

El Magisterio de la Iglesia ejerce plenamente la autoridad que tiene de Cristo cuando define dogmas, cuando propone, de una forma que obliga al pueblo cristiano a una adhesión irrevocable de fe, verdades contenidas en la Revelación divina o verdades que tienen con ellas un vínculo necesario. (cf. nº 88 y 89 C.A.T.).

El lenguaje dogmático, al ser humano, es siempre inadecuado, son palabras analógicas que sin embargo, nos abren a la significación infinita de la realidad a la que se refieren; la mejor manera para acceder a una realidad importante para el cristianismo se hace a través del enunciado de un dogma.

Para que una doctrina sea declarada dogma de la Iglesia, tiene que ser conforme no sólo con la tradición apostólica, como está expuesta en la Escritura y en los testimonios del magisterio, sino también al culto ya la devoción de la Iglesia católica.

Y en cuanto a la Virgen María, nos ayudan a comprender mejor su esencia, su propia naturaleza, lo que la caracteriza y hace única.

LA MATERNIDAD DIVINA DE MARÍA, proclamado por el Concilio de Éfeso, en el año 431 d.c.

La «Theotokos», la Madre de Dios.

LA PERPERTUA VIRGINIDAD DE MARÍA, proclamado por el Papa Martín I, en el año 649 d.c.

La“Aeiparthenos», La Semper Virgo.

LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA, proclamado por el Papa Pío IX, el día 8 de diciembre de 1854, en la Bula “ Ineffabilis Deus”.

LA ASUNCIÓN A LOS CIELOS DE MARÍA, proclamado por el Papa Pío XII, el día 1 de noviembre de 1950, en la bula “Munificentissimus Deus”.

«Las Escrituras nos dicen que la Virgen María dio a luz al Hijo de Dios. Le puso por nombre Jesús, lo crió, lo siguió en Su vida pública y estuvo ante Él en Su crucifixión y muerte. Ella estaba presente con los apóstoles y discípulos cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos. Como enseña el dogma de la Iglesia, algún tiempo después ella ascendió a los cielos. Según el Beato Juan Pablo II, en su libro “Cruzando el umbral de la esperanza”, su Asunción no es nada más que la expresión de la fe del pueblo cristiano en que la Madre de Dios participa de una manera única en la Resurrección y en la Gloria de su propio Hijo» .
(cf. Connell, Janice T. Encuentros con María, Ed. Edaf, Madrid, p 39).